Hace pocos días la entidad norteamericana USAFACTS publicó un cuadro infográfico que muestra a la población venezolana profesional como la “mejor preparada académicamente” entre los migrantes en Estados Unidos”.

El cuadro circuló por las redes y llegó hasta integrantes de LUCHAS y miembros del Consejo Editor de insisto-resisto. org (ir). Decidimos escribir estos párrafos interpretativos de contexto, sabiendo que no agotan el tema ni el debate sobre la compleja migración venezolana del siglo XXI (la única conocida desde mediados del siglo XIX). También somos conscientes de la limitación de información veraz y seria sobre uno de los temas más “politizados” y dolorosos del continente. Una de esas venas abiertas que el gran uruguayo Galeano no pudo prever porque se nos murió.
Ni ACNUR ni Maduro dicen la verdad
La corriente migratoria venezolana actual adolece de estudios rigurosos no politizados. La mayoría de los que circulan tienen dos límites
a) Están distorsionados por el anti chavismo o por el ultrachavismo,
b) no contienen valoraciones cualitativas de las mutaciones ideológicas de las distintas capas de esos flujos migratorios.
No existe una cuenta confiable de migrantes venezolanos. Si nos guiamos por la estadística de ACNUR, el organismo de la ONU especializados en refugiados, refugiadas y migrantes, son más de 5.400 mil los salidos del país, con 800 mil solicitantes de asilo y 140 mil solicitantes de refugio político. ACNUR usa con preferencia, fuentes de la oposición anti chavista.
Pero estas cifras no son del todo confiables, aunque representan una referencia inevitable para un estudio de la migración actual venezolana.
Maduro tampoco
Igual, no nos despiertan confianza las cifras ofrecidas por el gobierno de Nicolás Maduro. El propio presidente arriesgó su investidura ante la agencia parisina France Press al asegurarles que no eran más que unas 600.000 personas las que migraron, con base en datos del Instituto Nacional de Estadísticas, INE (Luis Méndez Urich/ FPress, París 21/01/2021)
Es probable que la estadística de migración más cercana a la realidad ronde los 4.8 millones de venezolanas y venezolanos (un millón menos de lo dicho por ACNUR y opositores pero más de cuatro millones más que lo dicho por el presidente en nombre del Estado). Se compone de adultos y menores que salieron del país desde finales de los años 2013 en adelante, en cantidades que crecían como marejadas empujadas por dos fuerzas:
- La hiperinflación instalada en el país mediante la combinación de recursos externos enemigos y errores y falencias gubernamentales
- La alta inseguridad e incertidumbre personal y familiar de millones de padres y madres de familia que sentían las calles cada vez más envueltas en violencia política. A la inseguridad tradicional de la delincuencia (un fenómeno previo al chavismo en más de 40 años que el chavismo no pudo resolver, a pesar de los tres planes implementados hasta 2010), se le sumaba el estado de violencia general casi diaria instalado por las guarimbas (con incendio de calles, bancos, escuelas, hoteles, edificios públicos, comercios, carreteras, sembradíos, árboles, madereras, incluso de personas identificadas por los incendiarios como “chavistas”), además de los más de 10 intentos golpistas contra el gobierno de Nicolás Maduro entre 2013 y 2019.
Al revés de casi todo el continente latinoamericano, por más de siglo y medio, Venezuela no fue un país de emigración. Esa tendencia se mantuvo hasta la tercera década del siglo XXI.
Al contrario, desde las leyes de migración rural de 1846 y las sucesivas reformas constitucionales y legales, el país fue más bien una sociedad receptora de migrantes latinoamericanos, europeos y asiáticos (Cuadro).

Chavismo y migración
La actual es la primera corriente migratoria de escala que sufre el país desde 1811. Incluso, en las casi tres décadas de cruel persecución de la dictadura de Juan Vicente Gómez, la migración fue mínima compuesta casi toda de militancia e intelectualidad despreciada por el régimen militar.
Sería un grave error de concepto y método creer que se debe a factores políticos (huida de la “represión gubernamental”), o como suele decirse con la misma unilateralidad, que se debe al “caos económico del chavismo”.
No hay duda que en la migración actual están presentes ambos factores, pero ninguno de ambos ha sido determinante para explicar el conjunto del fenómeno. Por ejemplo, la represión o persecución oficial se puede contabilizar en algunas decenas de personajes civiles (políticos, periodistas) y oficiales de las FANB, como Ledezma, la ex Fiscal y personalidades opositoras similares que conspiraron como figuras operadoras de varios intentos sediciosos. O coroneles y generales que cambiaron de bando y se fueron a Colombia, España, Dominicana o Miami, operar al servicio de fuerzas extranjeras contra el gobierno de Maduro. El ejemplo más conocido aunque no el único es el General Cliver Alcalá, uno de los jefes de la Operación Gedeón desde Bogotá, hoy preso en EE.UU. por voluntad propia bajo confesión narcotráfico.
Sólo se puede contar de algunos jueces y juezas opositores que se vieron forzados a emigrar a Argentina o Chile, por haber actuado desde sus tribunales a favor de operaciones golpistas o haber emitidos sentencias favorables a políticos opositores enjuiciados.
La principal falencia distorsionante de lo escrito sobre migrantes venezolanos es que no existe una cualificación ideológica-emocional de sus componentes.
No es verdad que todos sean anti chavistas que salen huyendo de un país convertido en un cuartel de represión y miseria.
Tampoco es verdad que se trata que todos los migrantes huyen de la miseria sin cargar nada en el bolsillo como suele ocurrir con los haitianos, salvadoreños y mexicanos del norte que cruzan la frontera al gabacho, o los que huyen del hambre en algunos países del África subsahariana. Sin embargo, una porción alta de migrantes se ha marchado del país para busca trabajo y enviar remesas de dólares a sus familiares cercanos.
Es verificable también en cualquier país donde residan familias venezolanas que una cantidad menor de ellas salió del país con bienes y ahorros en dólares con los que pudieron iniciar comercios en el nuevo país destino.
Una cantidad estimable de migrantes fueron y siguen siendo chavistas, aunque no se identifiquen con Nicolás Maduro y su gobierno. Anti madurismo no es lo mismo que anti chavismo. Esta opinión y sentimiento político anti madurista se puede encontrar dentro de Venezuela.
Uno de las señales más notables de la migración venezolana del siglo XXI es su cualificación profesional. Un detalle social esquivado por casi todos los informes periodísticos. Es notorio en cada país a donde llegan familias venezolanas. En Argentina, por ejemplo, donde la migración fue recibida y apañada por un gobierno pro yanqui muy anti chavista como el de Macri, decenas de médicas y médicos venezolanos se integraron a hospitales y clínicas con la facilidad que les brindaban sus formaciones académicas.
En varios pueblos de la Provincia de Buenos Aires, los hospitales, obras sociales y sanatorios privados, fueron ocupados por médicos y médicas venezolanas, sobre todo pediatras y clínicos. Lo mismo se sabe de Chile. Algo parecido ocurre en el sector bancario y financiero, la migración venezolana joven, potenció con sus conocimientos y experiencia esta rama de servicios neoliberales. Además del comercio de baratijas o la fletería callejera sobre explotada de los deliverys.
La migración venezolana es un espanto social cuente la cifra que cuente. Las terribles condiciones de vida que deben sufrir, en algunos países con linchamientos como en Perú, o víctimas del sicariato paramilitar como en Colombia, o la discriminación grosera como en Chile, deslegitima tanto la expresión inicial de la ministra Iris Varela, en 2015, cuando los condenó por salir del país.
Nadie migra de su país si no tiene una razón de peso para hacerlo. Las razones casi siempre son económicas.
En el caso venezolano no se puede separar la alta migración del bloqueo y las sanciones, pero tampoco de los graves errores políticos oficiales. Maduro y su equipo prefirió abandonar el proyecto de acumulación originaria contenido en el Golpe de Timón, basado en una economía de base comunal y con propiedad estatal de la gran industria moderna, a favor de las Zonas Económicas Especiales al lado de las multinacionales.
En una perspectiva más honda, hay que relacional la brutal migración venezolana durante el gobierno post chavista de Maduro, como el costo ulterior, casi residual, de atreverse a iniciar una revolución que se quedó atascada, frustrada, a medio camino o menos en 2012.
Así como es multicausal la explicación de la migración venezolana, también lo será su solución. El Plan Vuelta a la Patria es un gesto gubernamental positivo (deformado por cierto, con el cobro de un arancel y burdos negocios privados con algunas líneas aéreas). Ese plan no altera en casi nada la ecuación de sufrimiento social de los más de cuatro millones de migrantes.
Redacción: Consejo Editor de (ir)
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