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Insisto y Resisto

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Golpe de Estado anticipado, al Libertador

10 de octubre de 2021 por tali Leave a Comment

Los congresistas/constituyentes consideraron que, ya despejado el territorio de Colombia y Venezuela, no era necesario seguir la campaña hacia Ecuador y Perú, que esto sería costoso, dispendioso y por eso buscaron maniatar al libertador para que no viajara, so-pena de quitarle las funciones trasladándolas al vicepresidente y haciéndolo depender del Congreso.

Alberto Ramos Garbiras*
Articulo 1

Faltaba liberar a Ecuador y al Perú para evitar la reconquista, para no repetir lo que hizo Pablo Morillo comandando 12.000 hombres cuando liberaron al Rey mofletudo Fernando VII que, envió refuerzos para evitar la independencia de los virreinatos. Se obstinó Bolívar, en este propósito, para evitar que los españoles retomaran el poder si regresaban desde esos dos territorios de Perú y Ecuador, donde no habían sido vencidos. Los congresistas ratificaron su elección como presidente y pidió permiso para continuar la guerra hacia el sur, siendo encargado de prisa y a horcajadas, Francisco de Paula Santander, del mando ejecutivo.

Para Bolívar, su tiempo y urgencias se concentraron en la inminente contienda. No pudo asistir a los debates de la Villa del Rosario de Cúcuta y defender la clase de Estado imaginado, su sueño de construir en el marco Constitucional lo que anunció en el proyecto de Angostura, y es sus documentos más elaborados como la Carta de Jamaica, le tocó por el fragor de la guerra desatender los debates, pero las directrices estaban dadas. Le había solicitado a Antonio Nariño que organizara el Congreso de Cúcuta, también dejó encargado a los señores Roscio y luego Anzuola, de tareas básicas, lamentablemente estos dos fallecieron en el primer tramo de las sesiones.

A Simón Bolívar no le gustaron muchas cosas que hicieron algunos de los 72 delegatarios de 19 provincias libres (57 congresistas estuvieron presentes en la instalación, los otros llegaron después por las dificultades del transporte), la incomodidad la deja entrever en la correspondencia que sostuvo con el General Santander, documentos que se pueden consultar en el epistolario. De otro lado, Indalecio Lévano, cita dos de esos párrafos en su biografía sobre Simón Bolívar. Y John Lynch, expone claramente ese malestar por la forma dada a los colegios electorales. El sufragio estaba restringido a los varones que supieran leer y escribir y que contaran con bienes raíces. El voto censitario castró la participación ampliada y discriminó a vastos sectores sin ingresos, escolaridad, trabajo y siguió la corriente machista europea de excluir al sexo femenino. Jorge Orlando Melo, en su último libro titulado “Colombia: las razones de la guerra”, expresa que, así, eran ciudadanos activos solamente los mayores de 21 años (o los casados), que supieran leer y escribir (esta condición se aplazó inicialmente…Aunque hubo algunas excepciones y constituciones locales, antes de 1821,que definieron principios más generosos, lo usual fue que los criollos que conformaban la población con representación en los cabildos coloniales los blancos adultos con casa poblada), consideraron que ellos eran el pueblo que asumiría la soberanía.

Gerhard Masur, investigador alemán explica la inconformidad así: En general la rama legislativa era omnipotente, según la Constitución de Cúcuta, en tanto que el poder ejecutivo tenía pocas facultades efectivas. Se otorgaban al presidente poderes extraordinarios solo en caso de guerra o de rebelión interna. En una frase del discurso de Bolívar, pronunciado al aceptar en Cúcuta el 6 de octubre la Presidencia de la Gran Colombia, deja entrever su molestia y lanza la invectiva contra los malformadores del proyecto constitucional redactado para el Congreso de Angostura, les dijo: “Marcharé a las extremidades de Colombia a romper las cadenas de los hijos del Ecuador, a convidarlos con Colombia, después de hacerlos libres (…)Esta espada no puede servir de nada el día de paz, y este debe ser el último de mi poder, porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber República donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus propias facultades”.

Un análisis detallado de las facultades entregadas a la rama legislativa podría darnos la luz para ver una especie de golpe de estado disfrazado y anticipado, con facultades excesivas al congreso sobre el presidente, ya no de control político sino de codirección del Estado, a la manera de un híbrido o injerto del sistema parlamentario. Hábilmente le quitaron las funciones efectivas de presidente si seguía con la guerra hacia el Sur, El mismo Simón Bolívar le dice desde Cúcuta el 5 de octubre a Soublette, “… a mi llegada aquí, encontré ya sancionada la Constitución que prohíbe al presidente ejercer en campaña las funciones del poder ejecutivo, y disponen que estas recaigan en el vicepresidente. Así, yo marcho para Quito sin otras facultades que las de un General en jefe, y las extraordinarias que quiera delegarme el Congreso para las provincias de operaciones”. (Epistolario, 1983). O sea, desequilibraron las tres ramas nacientes del poder público, el mismo Libertador había dicho en el discurso de Angostura, “En las repúblicas el ejecutivo debe ser el más fuerte porque todo conspira contra él…”, y desoyeron que había recomendado conservar para una Constitución popular, la división y el equilibrio de los poderes. Me comentó coloquialmente el exmagistrado penalista, Ranulfo Guerrero, apasionado lector de la historia colombiana: No querían la unión con Venezuela, y no estaban de acuerdo con el pensamiento ecuménico y panamericano de Simón Bolívar, por eso actuaron en el seno del Congreso Constituyente con una dosis de arteria y solapamiento.

Todos sabían que el proseguiría combatiendo a los españoles, pero el artículo 117 le “ata las manos” para la campaña del Sur al exigir que, para dirigir las fuerzas de tierra y mar, necesita el previo acuerdo y consentimiento del Congreso; otra muestra de este amarre es el artículo 121, se estipuló previo acuerdo y consentimiento del Senado para nombrar toda especie de ministros y agentes diplomáticos y los oficiales militares desde coronel hacia arriba. Con el artículo 128, respecto al estado de sitio, hicieron otra treta, recortaron las funciones del presidente colocando otra vez al Congreso a interferir, se refieren incluso a conmoción interior a mano armada y a una eventual guerra externa, las medidas necesarias que tome el poder ejecutivo necesitarían autorización del Congreso.

Hicieron el esguince, la desviación institucional, el retorcimiento que rompió el equilibrio de poderes. O no leyeron el discurso fundacional del Estado o a propósito deformaron lo que había solicitado Bolívar que dijo expresamente en esa magnífica pieza oratoria: “Mi deseo es que todas las partes del Gobierno y Administración adquieran el grado de vigor que únicamente puede mantener el equilibrio, no solo entre los miembros que componen el gobierno, sino entre las diferentes fracciones de que se compone nuestra sociedad. Nada importaría que los resortes de un sistema político se relajasen por su debilidad si esta relajación no arrastrase consigo la disolución del cuerpo social, y la ruina de los asociados”.

Si los estudiosos de las fuentes del derecho (tema ineludible en todas las universidades que tienen la carrera del derecho), quieren un ejemplo histórico para explicar que la guerra es una fuente del derecho, y dejar de eludir esta fuente que no la contempla la mayoría de los libros de introducción al derecho, deben tomar la guerra de independencia en Latinoamérica, pero concretamente el caso de la independencia del Virreinato de la Nueva Granada, para reducir el campo de estudio. Precisamente la Constitución de Cúcuta, pese a todas las falencias que uno pueda encontrar por los sesgos manejados en ausencia del Libertador, esta Constitución inauguró la formación no solo del estado grancolombiano, sino la formación del derecho que se comienza a apartar del derecho español incrustado en la legislación de indias. La ruptura con la colonia y el nacimiento de la República permite la edificación del estado con un nuevo derecho que no ha dejado de producirse desde 1821 hasta este año 2021. Y continúa la producción jurídica y también la espera de la modelación de la justicia y la ampliación de la democracia que no hemos podido ampliar.

Los venezolanos influyentes, caudillos agrarios y criollos comerciantes, desde un comienzo no estaban de acuerdo que se uniera a Venezuela con la Nueva Granada, como se le llamaba al centro del virreinato, ni que el Congreso se reuniera en Cúcuta y menos que esta fuera a ser la capital del nuevo país como lo pensó Bolívar por ser un lugar equidistante para La Gran Colombia. Le sabotearon en parte la formación del Estado que había pensado y definido en Angostura, el Estado concebido para una naciente República. Pero nació el Estado con una ruptura definitiva de España, expulsada la Monarquía que aún hasta hoy no se han podido quitar de encima los republicanos españoles; los patriotas extirparon la inquisición y otros lastres jurídicos del derecho ibérico. Pero los mañosos lograron alterar algunos aspectos en las sesiones de mayo hasta agosto de 1821, mientras Bolívar dirigía la guerra para ampliar la libertad, otros deformaban y cambiaban los términos. Los congresistas/constituyentes, puede colegirse, consideraron que, ya despejado el territorio de Colombia y Venezuela, no era necesario seguir la campaña hacia Ecuador y Perú, que esto sería costoso, dispendioso y por eso buscaron maniatar al libertador para que no viajara, so-pena de quitarle las funciones trasladándolas al vicepresidente y haciéndolo depender del Congreso, inclusive algo más gravoso que en el sistema parlamentario.

Bibliografía

Puyo Vasco Fabio y Gutiérrez Cely Eugenio. Epistolario, “Bolívar día a día”. Libro editado por Procultura S.A. Volumen II. Editorial Printer colombiana Ltda. Primera edición, Bogotá, 1983.

Masur Gerhard. “Simón Bolívar”. Libro publicado por el círculo de lectores. Traducción de Pedro Martín de la Cámara. Edición no abreviada. Bogotá, 1984.

*Alberto Ramos Garbiras: Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED – España); ha sido profesor de las cátedras: derecho internacional y derecho ambiental, en la Universidad Libre y la Universidad Santiago de Cali (USC). Profesor de la cátedra: derechos humanos.

Fuente: SEMANARIO VIRTUAL CAJA DE HERRAMIENTAS

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