
Kaos. Internacional Publicado el 3 Oct, 2021
La protesta unitaria es contra de la nueva ley que pretende recortar las pensiones y el seguro de desempleo, por el aumento generalizado de los salarios en general y por la preservación de empleos de calidad en la industria y en la administración pública ante el deterioro continuado de los últimos años. Habría manifestaciones en las principales ciudades francesas y las concentraciones obreras intentarán paralizar el transporte de mercancías por tierra.
Las organizaciones sindicales CGT, FO, FSU, Solidaires, FIDL, MNL, UNEF y UNL -las principales centrales obreras y estudiantiles del país- convocaron huelga general el próximo martes 5 de octubre. El llamamiento a apoyarla va dirigido a todos los trabajadores del sector público y privado. La protesta se realizará en contra de la nueva ley que pretende reformar las pensiones y el seguro de desempleo. También se reivindicará el aumento de los salarios en general y la preservación de los empleos de calidad en la industria y en la administración pública ante el deterioro continuado de los últimos años. Como en ocasiones anteriores, se espera que se produzcan manifestaciones en varias ciudades francesas. Las concentraciones obreras podrían producir cortes de rutas poniendo en jaque el transporte de mercancías por tierra.
La reunión sindical de la que surgió la convocatori se realizó el pasado 30 de agosto y es la respuesta contundente de la clase trabajadora ante el ataque con ‘medidas flexibilizadoras’ que pretende imponer el gobierno de Macron argumentando la reconfiguración de la república francesa tras el covid.
Las consignas que nuclean las reivindicaciones de la jornada de lucha se centran en el aumento de los salarios, el abandono definitivo de las contrarreformas de las pensiones y el seguro de desempleo y la igualdad laboral real entre mujeres y hombres. Asimismo, también se reclama la condicionalidad de las ayudas públicas de acuerdo con las normas sociales y medioambientales que permitan preservar y crear puestos de trabajo, el fin de los despidos, de las excepciones al código laboral y de las garantías colectivas, el cese de la precariedad del empleo de los estudiantes en formación, una ambiciosa reforma de las becas y el restablecimiento de todos los derechos de las y los jóvenes trabajadores. En el planteamiento reivindicativo también se incluye el cese de los cierres de servicios, los recortes de empleo, el desmantelamiento, las privatizaciones de la administración pública y el fortalecimiento de sus recursos.
“El regreso de la reforma de las pensiones que combatimos e impedimos está de nuevo en la agenda. El gobierno y los empleadores quieren imponer más retrocesos a las pensiones”, declaró la CGT francesa cuando anunció la huelga. “Demasiados empleados, especialmente trabajadores que están particularmente expuestos y llamados ‘segunda línea’, mantenidos con salarios bajos hoy no ven perspectivas de mejora”, denunciaron.
“Los funcionarios públicos llevan años esperando medidas salariales acordes con la pérdida de su poder adquisitivo. Los jóvenes han visto disminuir la inversión en ayuda directa en los últimos años. El último revés ha sido la abolición de la comida de 1 euro para todos, que nuestras organizaciones están pidiendo”, aseguró también la central obrera.

Si bien la medida es tomada como progresiva por la totalidad del grueso del movimiento obrero organizado francés, sectores antiburocráticos -es decir, que no responden a las grandes estructuras sindicales por considerarlas poco democráticas y conciliadoras con el poder estatal- consideran al llamamiento como tardío y que sigue centrándose en el diálogo a puerta cerrada entre dirigentes y los organismos del estado, al margen de la propia clase trabajadora y con el riesgo de capitulación que ello conlleva.
La conflictividad entre asalariados y patronos ha ido en aumento a lo largo y ancho del país galo en los últimos tiempos. Así hacia finales de septiembre, una mayoritaria huelga de las y los trabajadores de limpieza de la empresa Jussieu hizo retroceder categóricamente a su gerente, quien tenía como intención atacar de pleno las condiciones laborales básicas de sus empleados y empleadas. En Transdev, una huelga histórica se puso en marcha en confrontación a la apertura de nuevas compañías en el sector y la consecuente renegociación a la baja de los salarios de las y los conductores transportistas. En Normandía, las refinerías de Total se sirvieron de un paro de actividades contra la política de la empresa, que implicaba graves efectos negativos en los lugares de trabajo y la seguridad de las y los asalariados.
Junto a estas acciones de los trabajadores del sector privado, también sea han producido movilizaciones en la función pública. Los llamados “agentes territoriales” tomaron medidas de acción directa y concentraciones en protesta contra la aplicación de la reforma de la función pública de Macron. El pasado mes de junio, recolectores, sanitarios, barrenderos, niñeras, administrativos y jardineros del Ayuntamiento de París se movilizaron frente la ampliación de su jornada laboral. Asimismo, en estos días, en Marsella, recolectores dieron comienzo a una nueva agrupación frente al deterioro de su situación en el ámbito laboral.
El descontento también cruza el tema salarial. El pasado mes de junio, las y los trabajadores de los Ateliers de Haute-Garonne se declararon en huelga al enterarse que mientras las y los empleados enfrentan su día a día con sueldos insuficientes, la dirección gerencial acordó un escandaloso incremento en las retribuciones de los altos cargos. La actualización salarial toma importancia en las movilizaciones ante el aumento de la inflación y atraviesa conflictivamente a empresas como la panificadora industrial Neuhauser y la subcontratista aeronáutica Derichebourg, en el marco de las negociaciones anuales obligatorias.
Fuente: Kaos en la Red
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