Luis Britto García*

A comienzos de 1988, el Comando de Campaña del candidato de Acción Democrática, Carlos Andrés Pérez, se entrega a una delicada tarea: disfrazar un Paquete del Fondo Monetario Internacional con lenguaje revolucionario o seudo revolucionario. Para el momento, lleva el partido 23 años ejerciendo el poder y el país padeciendo tres décadas de bipartidismo. Los resultados no son sobresalientes. Según confiesan quienes redactan el programa Acción de Gobierno para una Venezuela Moderna, persiste un “insuficiente y distorsionado aparato productivo no petrolero”, el cual “no tiene la capacidad de abastecer convenientemente el mercado interno”, ni “tampoco genera una estructura equitativa de empleo e ingresos”. La “desnutrición infantil puede llegar a ser una amenaza para el futuro de Venezuela”, existe un “deterioro de la clase media”, un “sensible retroceso en sus condiciones de vida”, mientras que “los más débiles se deslizan insensiblemente hacia la economía de subsistencia de la pobreza y los problemas sociales se han agravado en los últimos tiempos”.
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Son deficiencias cuya solución requeriría acción conjunta revolucionaria de pueblo y gobierno. En lugar de ello, se espera que las solucionen los capitalistas y la finanza internacional que en parte las causaron, entregándoles plenos poderes. Es píldora intragable, que hay que dorar. Cada vez que una medida tiene carácter desagradable, el Programa de Acción la disfraza con un eufemismo. Para anunciar el alza de tasas de interés, dice que las “flexibilizará”. Eliminar subsidios y transferencias de interés social es “sincerarlos”. La misma expresión se usa para incrementar precios y tarifas. La supresión de medidas proteccionistas es “liberación”. La eliminación de aranceles para importaciones es “racionalización”. Cobrar impuesto de plusvalía a los usuarios por las obras que han sido realizadas con el dinero que pagaron por impuestos es “compartir responsabilidades”.
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Más lúgubre es el enmascaramiento de expresiones que ofrecen la entrega de empresas públicas y de la riqueza petrolera al capital extranjero: “Apertura al mercado de capitales de empresas estadales mediante mecanismos compatibles con la diversificación y el fortalecimiento patrimonial”. “El desarrollo de la industria petrolera interna, invitando incluso a la participación de la inversión extranjera que garantice el acceso a los mercados internacionales”. “La política de financiamiento externo la orientaremos a obtener transferencias netas positivas desde el exterior”, es decir, nuevas deudas. Con razón el entonces presidente de la accióndemocratista Confederación de Trabajadores de Venezuela, Juan José Delpino, se quejaba de que, al cabo de casi tres décadas, “los empresarios tienen una voz que se oye más en Miraflores que la nuestra”.
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En Acción de Gobierno los ofrecimientos a las clases dominantes contradicen las promesas a las clases dominadas. ¿Cómo frenar la desnutrición, si se eliminan subsidios, se alzan precios e intereses? ¿Cómo mejorar el nivel de vida subiendo precios y tarifas? Asimismo, los ofrecimientos al capital trasnacional contradicen las promesas a la burguesía nacional. El pago de la deuda requiere negar el subsidio en dólares preferenciales del cual vive el capital nacional; la eliminación de aranceles supone dejarlo indefenso ante la competencia extranjera. El Estado populista promete dádivas, cuando ya sólo reparte sacrificios.
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Desde luego, el programa Acción de Gobierno… tiene difusión mínima, y sus conclusiones ni se mencionan en la campaña electoral, dominada por un slogan personalista: “El Gocho para el 88”. Carlos Andrés Pérez se presenta como un candidato por encima de toda controversia, negándose a discutir con el aspirante socialcristiano el tema del diferendo sobre el Golfo de Venezuela. En otra cuña, es bañado por un diluvio de papel dorado similar al de monedas de oro que consagraba a los antiguos zares. Otra cuña mostraba las manos del líder acciondemocratista saludando; y luego, manos de trabajadores que exprimían leche de una ubre (sustituto criollo del cuerno de la abundancia), acompañada del jingle: “Esas manos que ves son de Carlos Andrés”. Por alquimia milagrosa, la producción de bienes parecía realizada enteramente por el candidato. El último trimestre del año, el jingle “Ya Carlos Andrés ganó” apareció con imágenes que presentaban conjuntos de gaitas, hombres y mujeres que agitaban pompones y banderolas blancas; tres actores caracterizados como reyes magos, con coronas y vestiduras doradas; un bosque de manos que alzaba banderolas blancas; un prestidigitador que sacaba una paloma blanca de la nada; manos sellando las dos tarjetas blancas. Carlos Andrés era jolgorio perenne, espectáculo, personajes mágicos que traen regalos, mago que saca cosas de la nada. Este maquillaje facilita que sea elegido y celebrado en rumbosa ceremonia en el Teatro Teresa Carreño, que el pueblo apoda zumbonamente como “la Coronación”.
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Una cosa es maquillar Paquetes Neoliberales con eufemismos y otra aplicarlos. A la Coronación sigue la firma de una Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional, y a ésta la desaparición de bienes de primera necesidad en los comercios, que los acaparan para venderlos luego a precios “liberados”. Al alza de gasolina y de pasajes de transportes sigue la sublevación popular del Caracazo del 27 de febrero de 1989, reprimida al costo de miles de vidas, y a ésta la rebelión militar del 4 de febrero de 2002.
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masas maquillando programas neoliberales. El Fiscal Ramón Escobar Salom acusa al Presidente por malversación de fondos; el Tribunal Supremo de Justicia lo considera procedente: el Inquieto Muchacho de Rubio va a parar de Miraflores al retén de Los Teques y es expulsado de Acción Democrática, la cual nunca vuelve a ganar una elección. “Hubiera preferido otra muerte”, murmura cuando le anuncian su condena. Pero él mismo ha firmado su sentencia, al entregar la soberanía de Venezuela al capital extranjero suscribiendo el Paquete del Fondo Monetario Internacional. Paz a sus restos, y horror a su ejemplo.
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*Luis Britto García: escritor, historiador, ensayista y dramaturgo venezolano.
Los primeros ochenta años de últimas noticias | Luis Britto García

Luis Britto García*
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El clima de libertades que instaura el presidente Isaías Medina Angarita el año 1941 alienta la aparición de dos diarios progresistas, que tendrán decisiva proyección. Se trata de El Nacional, dirigido por Miguel Otero Silva, y Últimas Noticias, comandado por Francisco José Delgado, “Kotepa”, en ruso Hombre de Hierro.
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Kotepa había sido uno de los organizadores de la legendaria huelga petrolera de 1936, que paralizó la industria durante mes y medio. Lo acompañaban en la junta directiva Victor Simone De Lima, Maja Poljak, Vaughan Salas Lozada y Pedro Beroes, militantes o simpatizantes del Partido Comunista. El cotidiano se inaugura en formato tabloide, con estilo ágil, titulares llamativos, moderado precio y amplia acogida popular, que llevó a despechados adversarios a descalificarlo como “el diario de las cocineras”. Operaba bajo la consigna de la autocrítica. Me contó Kotepa que todas las mañanas se reunían a examinar la edición y señalar defectos. “Esto está mal escrito”. “Aquello no se entiende”. “En esta información faltan datos”. Quizá nostálgico, décadas después Kotepa nos reunía a los colaboradores del semanario humorístico La Pava Macha para controversiales reuniones de escogencia y desecho de originales.
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La defensa de los intereses de los trabajadores y la tentación del sensacionalismo estuvieron presentes en aquellos años tempranos. Me contaba Kotepa que los pregoneros le decían: “Esto no vende, no tiene María Pacini”. María Pacini era una dama que vestía como hombre para ejercer su oficio de albañil. Para satisfacer a pregoneros y lectores, se reseñaban o inventaban infinidad de anécdotas sobre la laboriosa trabajadora. Una bella joven, Ligia Parra Jahn, mató al novio que la había seducido y abandonado: la cronista sentimental del diario, Claribel, asumió como cruzada propia la defensa de la inculpada. A veces se pasaba de la leyenda urbana al realismo mágico. Toda una temporada, titulares alarmantes siguieron las hazañas de La Sombra Desnuda, supuestamente un negro embadurnado de aceite negro y con una capa negra que recorría los tejados para descender a sobar a las señoritas dormidas. La acuciosa investigación periodística determinó que dormía en las tumbas del Cementerio y salía de noche, cargado de cadenas, para acariciar las estatuas femeninas. “En la gráfica ofrecemos una reconstrucción de los hechos”, explicaba el noticioso pie de foto. Recogí esos sobresaltos de la Caracas aldeana en una de mis piezas de teatro, Muñequita Linda.
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La administración de un cotidiano es tarea compleja con mil incidencias y reveses. Últimas Noticias incurre en deudas; su administrador, el empresario Miguel Ángel Capriles las asume en 1948 a cambio de una mayoría accionaria que le permite remover la plana mayor. En octubre de ese año asume el poder una dictadura militar; era difícil la supervivencia de una línea informativa progresista. Capriles dirige un grupo mediático en expansión, que abarcará el diario La Esfera, el vespertino El Mundo, las revistas Élite, Venezuela Gráfica y Páginas, y numerosas otras publicaciones. Su desarrollo y prácticas se pueden consultar en Yo asistí al gabinete Capriles: la Cadena por dentro, de Isaac Benarroch Pinto (1965). Se atribuían a la cadena publicaciones sin pie de imprenta: fantaseadas memorias de ilocalizables amantes del dictador Pérez Jiménez, el expediente penal del sacerdote Biaggi, acusado de homicidio de su hermana. Como otros editores, Capriles intenta convertir poder mediático en poder político, y para 1968 pacta con el socialcristiano Rafael Caldera el apoyo para la elección presidencial a cambio de una docena de postulaciones para el Congreso y otros cargos. Más adelante, vuelve a publicar una información sobre seguridad de la frontera ya incluida por el filósofo Pedro Duno en Punto Negro. El presidente Caldera ordena detener a Duno, a Carlos Ramírez Faría, director de la revista contracultural Reventón, al director de Últimas Noticias Víctor Simone D´Lima y al propio editor Miguel Ángel Capriles, quien manifiesta su voluntad de retirarse de la política y al poco tiempo es liberado. Tales eran las prácticas socialdemócratas sobre libertad de expresión.
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Imposible resumir en una columna el impacto de Últimas Noticias en la sociedad venezolana. Me referiré a detalles personales. El primero, la obra como caricaturista cotidiano durante décadas del gran amigo y genial pintor Régulo Pérez, con su mundo lírico de animales, flores y traviesos retruécanos. El segundo, mi colaboración desde mediados de los años setenta, por invitación del director de Últimas Noticias Nelson Luis Martínez, en el Suplemento Cultural. Presiones mercantilistas y mafias exquisitas eliminaban o restringían espacios culturales en los otros diarios. A pura voluntad Nelson Luis mantenía una hazaña sin parangón: el Suplemento Cultural de doce páginas sin anuncios comerciales, al cual llamaba un “Espacio para disentir”. En su despacho, con paredes y techo cubiertos de cuadros donde alternaban la ingenuidad y el genio pictórico, un rótulo advertía: “Ni Diputado, ni Licenciado, ni Director: simplemente Nelson Luis”. La misma cordial llaneza presidía la selección de colaboraciones, desde el más elevado ensayo hermético hasta el comentario circunstancial. La historia de la cultura venezolana actual está en las prolíficas fuentes del Suplemento Cultural.
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A la vuelta del siglo fallece Nelson Luis y en 2001 es designado director Eleazar Díaz Rangel, quien viene de destacados desempeños en la dirección de la Escuela de Comunicación de la UCV y la presidencia de la Asociación Venezolana de Periodistas, de la Federación Latinoamericana de Periodistas y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. Son tiempos de exacerbados debates: los grupos mediáticos pretenden derrocar e imponer presidentes. Eleazar elige la difícil ruta de la cordura y el equilibrio informativo, que asegura a Últimas Noticias la mayor circulación del país. Un diario de circulación nacional me veta por disentir de su línea golpista. Eleazar me abre las puertas de Últimas Noticias, donde jamás me han objetado una línea ni censurado un texto en esta columna donde ejerzo lo que desde mi adolescencia ha sido no un oficio, sino una pasión.
*Luis Britto García: escritor, historiador, ensayista y dramaturgo venezolano.
Fuente: Últimas Noticias

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