
Stalin Pérez Borges*
El golpe de Estado en Chile (I parte) A consideración por la muerte de William Lara
Nota de insisto y resisto (ir): Este y dos artículos mas que a continuación publicamos fueron escrito en al año 2010. Publicados en aporrea.org. De esos 11 año de lo escrito, fue el año pasado cuando se republicó desde LUCHAS vía Whatsapp. Seguimos considerando que los 3 artículos tienen plena vigencia para la reflexión de esos hechos ocurridos hace 48 años, como también para que sirva de espejo y reflexión con los acontecimientos que se siguen desarrollando en el proceso revolucionario bolivariano.
En Chile el esfuerzo por construir el socialismo fueron de 34 meses, pero en nuestro país ya van 21 años que estamos en el intento de querer transcender el capitalismo, aún cuando ahora, está marchando el Jeep en un peligroso y desenfrenado retroceso, cargado con vergonzosas medidas de marketing neoliberales. El saber si vamos a morir en el intento, tal vez se esté decidiendo en unas mesas servida entre representantes del gobierno y la oposición de derecha en México. Esto nos motiva a ver el golpe de 11-S de 1973 en «Chile con una mirada desde Venezuela». (ir)

El golpe de Estado en Chile (I parte) A consideración por la muerte de William Lara
Este 11 de septiembre, a raíz de la muerte del Camarada William Lara,(1) me he informado por distintas vías, que muchos ciudadanos y ciudadanas de la derecha venezolana, se han atrevido a vomitar sus venenos, exteriorizando: “uno menos”. Estos insolentes escuálidos, hicieron esos mismos comentarios, semanas atrás cuando fallecieron Tascón y Muller Rojas.
Ahora con el fallecimiento de Guillermo García Ponce, seguro que el sadismo escuálido celebrará el “otro menos”, olvidándose que seguimos siendo millones, e importándoles poco o desconociendo que somos mayoría.
El odio de la burguesía y de los que defienden su ideología, en los momentos de crisis revolucionarias, es capaz de llevar a hombres y mujeres, civiles o militares, a las peores y ruines pasiones hasta llegar hacer estos tipos de comentarios contra estos “malvados o comunistas enemigos” fallecidos. Para ellos estos ejemplares compañeros no llegan a tener la consideración de personas.
Por esos inhumanos comentarios de algunos escuálidos criollos, entonces recordé, hoy cuando se cumplen 37 años del golpe de Estado en Chile, que así mismo se expresaban, entre 1972 y 1973 la burguesía y pequeña burguesía chilena, cada vez que había un muerto entre los partidarios del gobierno del presidente Salvador Allende. Pero esas macabras opiniones de la clase media y los capitalistas de nuestro hermano país sureño, pasó por de bajo de la mesa hasta que el 11 de septiembre de 1973 que dieron el golpe de Estado y el ejercito masacró a miles de chilenos, cuyo único delito había sido soñar durante 3 años, ver a su pueblo libre de la explotación patronal y de la tutela imperialista. Allende terminó gobernando al viejo estilo Frente Popular con varios ministros militares de derecha dentro de su gabinete, entre ellos el pinocho asesino Pinochet y, a pesar de esto la burguesía no confió en él, sobre todo, porque le temía mucho a la acción revolucionaria que venían ejerciendo en los últimos meses los trabajadores y los sectores populares.
Desde ese fatídico día 11-S, por semanas y meses, en su afán de borrar vestigios en la vanguardia de lo que había pasado, el “uno menos” lo convirtieron en decenas, centenas y millares menos”. La burguesía y su servidora clase media saciaron así su sanguinaria sed de venganza. Tengamos la seguridad que si los escuálidos vuelven al poder en Venezuela, nos esperan días y noches trágicas. Serían tiempo de dolor, sangre y lágrimas porque también esta burguesía y el imperialismo buscarán dar un gran escarmiento y una derrota histórica a los que nos hemos atrevido a echarlos del gobierno. Ellos no tendrán ninguna consideración aún cuando se conviva con ellos y conserven todavía sus “quintas columnas” dentro de los partidarios del proceso bolivariano.
Así que los que desde este lado les gusta las mediaciones y las reformas para no alborotar a los capitalistas, su clase media y al gobierno gringo, que se olviden de esas medias tintas porque la derecha escuálida, que celebran los “uno menos”, no cesaran en su empeño de volver y querer ser ellos, los amos y señores del destino del país. Por ahora, la única manera de volver es a sangre y fuego. Estos 11 años ha sido una penitencia que no quieren seguir soportando y que pretenden que nunca jamás se repita. Este 26S para ellos es una oportunidad al camino de regreso a la que ya están sacando provecho y, si se hacen de muchos diputados, mucho más aprovecharan. Pero la solución no es sólo derrotarlos en estas elecciones parlamentarias sino es sobre todo, no cometer los errores que se cometieron en Chile en esos 3 años.
De esa trágica experiencia y de las demás derrotas históricas de las revoluciones del siglo XX nos toca hurgar en profundidad. Del Chile 1971-1973 no podemos conformarnos con sólo ver la conspiración criminal imperialista y, el sacrificio de Allende. Hay que ir a los hechos de la lucha de clase y a la realidad de ese país y del mundo en ese momento. Situación que estuvo influenciada por la revolución cubana del 58, las rebeliones de la década del 60 y todavía por las escrituras marcadas y deformadas por el estalinismo en nombre de la revolución rusa y el “comunismo” y por los discursos de los dirigentes de los partidos de la socialdemocracia, sus gobiernos y su Internacional Socialista en nombre de la democracia y el estado de derechos.
Enmarquemos allí el papel de Allende y el de los otros dirigentes, la actuación del PC y PS, el de los otros partidos de la UP y del resto de la izquierda y ultra izquierda, las posiciones de la CUT y las acciones disciplinadas o independientes de la clase obrera y las masas populares chilena.
Nota:
(1) Para ese momento gobernador del estado Guárico, periodista y dirigente del PSUV.

El golpe de Estado en Chile (II parte) A consideración por la muerte de William Lara
“A su Excelencia el Presidente de la República
5 de septiembre 1973.
Compañero Salvador Allende:
Ha llegado el momento en que la clase obrera organizada en la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Único de Trabajadores en conflicto ha considerado de urgencia dirigirse a usted, alarmados por el desencadenamiento de una serie de acontecimientos que creemos nos llevará no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal.
Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, democrático-burgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurrecciónales de tipo anárquico por instinto de preservación.
Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ese, ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo.
Por eso procedemos a enumerarle las medidas que, como representantes de la clase trabajadora, consideramos imprescindibles tomar”:
(Encabezado de la Carta enviada por la Coordinadora de Cordones* a Salvador Allende)
11 de septiembre 1973

Cuando a las nueve de la mañana los Tanques cercaron el Palacio de la Moneda no quedaba ninguna duda, había llegado el memorable y esperado día escogido por la burguesía chilena, sus partidos tradicionales, el alto mando militar y el gobierno del presidente Nixón de los Estados Unidos para dar el golpe de Estado contra el gobierno de la Unidad Popular (UP) presidido por Salvador de Allende desde diciembre de 1970. El golpe financiado por el gobierno yanqui fue montado desde tiempo atrás y desde hacía un año se dio inicio la operación final, estando la acción militar dirigida por Augusto Pinochet, ministro de Defensa del gabinete de Allende. El golpe no sorprendió a nadie. Desde junio todos los esperaban, tal vez, quien sólo creía que no lo darían sería el presidente Allende. El mismo Partido Comunista (PC) lo había denunciado dos días antes, pero su gran propuesta preventiva fue sacar un cartel que decía: “No a la violencia de izquierda ni de derecha”.
No se supo de resistencia organizada por el gobierno ni de los seis partidos que conformaron la UP. La poca resistencia fue espontánea, aislada y esporádica. Miles de militantes de los distintos partidos de izquierda en todas las ciudades estuvieron esperando sin respuestas orientaciones y armas. Desmoralizados en la inútil espera, muchos fueron detenidos, otros lograron enconcharse.
Todos desde el gobierno, en todo momento, estuvieron haciendo referencia de la “profunda y sólida tradición democrática de Chile y del profesionalismo de sus Fuerzas Armadas”. El presidente y sus ministros se conformaban sólo con informar de la conspiración financiada por la CIA y la ITT, en denunciar el papel de los grandes medios de comunicación a favor de la desestabilización y el golpe y, en alertar de la posición en contra del gobierno de parte de la iglesia católica.
Desde el gobierno y sus partidos nunca hablaron de organizarse y preparar la resistencia. Por el contrario, dos semanas antes del golpe decretaron el Estado de Sitio, requisando y desarmando a las organizaciones obreras, de campesinos, barriales y estudiantiles y hasta se llevaban detenidos a los que se resistían.
Desde el mismo 11-S el salvajismo demostrado por los golpistas fue demencial. Miles de asesinatos, torturas, violaciones sexuales hicieron los militares contra los detenidos. Con la ayuda de la CIA y los informes de la cámara empresarial, contra los que más se ensañaron eran con los dirigentes de los trabajadores. Se asesinaba con sofisticados métodos de torturas o se descuartizaban para aterrorizar y hacer hablar a la población carcelaria.
Para ver si lograban reconocer a sus “desaparecidos”, durante las mañanas los familiares se acercaban a orillas del Río Mapocho en la capital, en donde echaban y flotaban los cuerpos mutilados de los presos. Al pasar los días, las cárceles y las instalaciones militares no alcanzaban para albergar tantos detenidos, teniendo que utilizar cualquiera instalación con capacidad suficiente para concentrar los miles de nuevos detenidos sin juicios que reclutaban todos los días.
Es conocido los hechos escandalosos de violación de derechos humanos, ocurridos en las instalaciones del Estadio Nacional de Fútbol de Santiago, tan sólo comparables con los campos de concentración de Hitler. Es famoso el caso del asesinato del cantautor Víctor Jara, a quien le que cortaron las manos cuando se negó a dejar de cantar.
El grado de violencia y sadismo que impusieron los militares de todos los rangos (altos, medios y bajos), no lo podemos ver como dado para una maldad típica, natural o por la procedencia de clase de quienes componen los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas de Chile. Las tropas que es su mayoría son los hijos de los trabajadores y el pueblo y bajo órdenes o no, tuvieron luz verde, como la oficialidad media y alta para violar, torturar y asesinar.
El fascismo desatados por ellos, fue a causa de la necesidad que sintió la burguesía y los intereses del imperialismo en este país, cuando su sociedad y su estado capitalista estuvo amenazado por la acción revolucionaria de la clase obrera, los campesinos, sectores barriales y estudiantiles durante más de un año. Los sectores oprimidos lograron imponer una situación de doble poder, por encima de la voluntad de los empresarios nacionales y extranjeros y por sobre la política reformista o vacilante del mismo gobierno del presidente Allende.
Y, en la mejor o última oportunidad que les deparó la lucha de clase desde 1970, las tradicionales clases dominantes acompañadas del sector social más proclive a su ideología (la clase media civil y militar), por sobre sus tradicionales prédicas de las libertades democráticas, no les tembló el pulso para imponer con sangre una derrota total a los que acompañaron hasta el día de su muerte al presidente Allende y de destruirle la memoria de su historia reciente a la clase obrera y a los revolucionarios chilenos. Con la masacre despiadada y sistemática impuesta desde el 11S eso fue lo que han logrado.
Lo que hicieron los militares y la clase media meses antes, durante y después del golpe de Estado fue las consecuencias y la instrumentación de lo que deseó y buscó la rancia oligarquía y burguesía de Chile y sus socios extranjeros: Volver a tener el control directo de su estado burgués, que habían empezado a dejar de controlar, desde 1970, cuando por llevar dos candidatos a las elecciones de ese año (Alessandri, Partido Nacional 34,9% y Radomiro Tomic, Democracia Cristiana, 27,8%) perdieron estos las elecciones con el candidato de la UP , Salvador Allende (36%), quien por sexta vez consecutiva participaba como candidato.
“Le advertimos compañero, que con el respeto y la confianza que aún le tenemos, si no se cumple con el programa de la Unidad Popular , si no confía en las masas, perderá el único apoyo real que tiene como persona y gobernante y que será responsable de llevar al país, no a una guerra civil, que ya está en pleno desarrollo, si no que a la masacre fría, planificada de la clase obrera más consciente y organizada de Latino América. Y que será responsabilidad histórica de este gobierno, llevado al poder y mantenido con tanto sacrificio por los trabajadores, pobladores, campesinos, estudiantes, profesionales, a la destrucción y descabezamiento, quizás a qué plazo, y a qué costa sangriento, de no solo el proceso revolucionario chileno, si no también el de todos los pueblos latinoamericanos que está luchando por el Socialismo.
Le hacemos este llamado urgente, compañero Presidente, porque creemos que esta es la última posibilidad de excitar en conjunto, la pérdida de las vidas de miles y miles de lo mejor de la clase obrera chilena y latinoamericana”. (Parte final de la Carta enviada por la Coordinadora de Cordones* a Salvador Allende)
*Los Cordones eran el nombre de lo que en otras partes han dado por llamar Consejos de Fábrica o Trabajadores, Comité de Control Obrero. Es decir, son la organización de base, de participación y gestión, de sindicalizados o no, que se constituía en las empresas, en las poblaciones de los barrios pobres, con los trabajadores agrícolas y organizaciones estudiantiles.
La Coordinadora de Cordones fue la instancia en donde se reunían los distintos Cordones de base. Durante 1972-1973 en Chile se propagaron los Cordones por todas partes. La referencia más destacada fueron los Cordones de las fábricas de Cerillos. Los partidos de la UP se afanaban por controlarlos al igual que el resto de los demás partidos de izquierda, pero estos se constituían controlados o independientes de los partidos y la CUT.
Nota:
En cuanto a la parte final de estos 3 artículos sería importante destacar sobre: las consecuencias que tuvieron dentro de la fila de los sectores que estaban por la revolución, las vacilaciones del presidente Allende, el PS, PC, MAPUC y hasta del MIR; el efecto de la Ley de Control de Armas; la situación de represión que se abrió contra los sectores de izquierda con el intento de golpe del día 29 de junio de 1973, liderado por el Coronel Roberto Souper, ligado a la derecha organizada en “Patria y Libertad”; las expectativas frustradas del doble poder; la participación de los trabajadores mineros en la huelga del 19 de abril en la mina El Teniente y la referencia de ellos en la historia del movimiento obrero chileno.
Y, mención aparte debe jugar, como parte preparatoria para condiciones del golpe de Estado del 11S, la huelga de los camioneros iniciada el 27 octubre de 1972 bajo la dirección de León Vilarín, abogado vinculado también a “Patria y Libertad”.

El golpe de Estado en Chile (III parte)
“En primer término, compañero, exigimos que se cumpla con el Programa de la Unidad Popular, nosotros en 1970 no votamos por un hombre, votamos por un Programa.
Curiosamente, el Capítulo primero del Programa de la Unidad Popular si titula “Poder Popular”.
Citamos: Página 14 del programa:
“….Las fuerzas populares y revolucionarias no se han unido para luchar por la simple sustitución de un Presidente de la República por otro, ni reemplazar a un partido por otros en el Gobierno, sino para llevar a cabo los cambios de fondo que la situación nacional exige, sobre la base del traspaso del poder de los antiguos grupos dominantes a los trabajadores, al campesinado y sectores progresistas de las capas medias….” “Transformar las actuales instituciones del Estado donde los trabajadores y el pueblo tengan el real ejercicio del poder…”
“….El Gobierno popular asentará esencialmente su fuerza y autoridad en el apoyo que le brinde el pueblo organizado…”
(Extracto de la Carta enviada por la Coordinadora de Cordones a Salvador Allende, el 5 de septiembre 1973 en donde se hacen citas del programa de la UP)
El golpe fascista del 11-S significó una derrota descomunal contra los trabajadores y los revolucionarios del continente. Además logró borrarle hasta ahora, la memoria histórica de luchas a la clase obrera chilena, siendo que esta ha sido uno de los movimientos obreros latinoamericanos que tenía mayor tradición de heroicas huelgas y de haber ganado muchos combates.
La burguesía bajo el estandarte de la acción criminal de las Fuerzas Armada, la clase media, la iglesia y los medios de comunicación, con el apoyo político y logístico del departamento de estado, la CIA e importantes empresas norteamericana recuperó, hasta el día de hoy, la hegemonía del gobierno que había dejado de controlar desde 1970. Control directo que después han seguido teniendo los capitalistas y el imperialismo desde el primer gobierno de la “concertación” de Patricio Alylwin, pasando por los gobiernos administrados por el PS o de un empresario como es Piñero
El 11-S 1973 se produce en medio de una situación de doble poder y cuando al inicio de ese año, el gobierno y los partidos de la UP todavía conservaban un considerable peso político. Es indudable que este había empezado a bajar desde mediados del año anterior, cuando la derecha inició su ofensiva con el paro patronal y la huelga de los camioneros en octubre.
Sin embargo, lo que más influyó en el bajón de la confianza al gobierno por parte de las masas populares, fueron los problemas sociales no resueltos, la inflación, la desestabilización política, el no cumplimiento con el programa de gobierno de la UP, pero en especial, por las infinidades de vacilaciones y medidas anti populares del gobierno ante la ofensiva violenta y las provocaciones de la derecha.
Los trabajadores y demás sectores populares en la medida que se arreciaba la conspiración de la derecha, los trabajadores y demás sectores populares habían demostrado su disposición para enfrentarles y para exigirle al gobierno que cesara la impunidad de que gozaban los conspiradores y se profundizaran las medidas económicas y políticas y se avanzara al programa ofrecido por la UP.
Sin embrago, en esa misma medida el gobierno se veía sin iniciativas contra los empresarios y los grupos de derecha, mientras emprendía acciones para desmoralizar a las masas populares. En enero del 73, cuando se estaban desarrollando importantes huelgas, el ministro de Obras Públicas, Orlando Millas, dirigente del PC, anuncia un plan económico que entre otras cosas preveía aumentos de precios en una coyuntura en donde se había desbordado el desabastecimiento y el acaparamiento.
En la Hermida se levantó una poblada calculada en más de 500 familias que reabrieron todos los supermercados que habían bajado su Santamaría alegando que no tenían mercancías. Para colmo, el Plan Millas contemplaba el retorno de 123 empresas a sus anteriores dueños, muchas de ellas pertenecientes a los Yarum, una de las familias más oligarca y odiada por los chilenos. El ministro del PC consideraba que sólo se deberían quedar con el 49% de las empresas que ya había tomado el gobierno.
Las respuestas a los anuncios de Millas no se hicieron esperar. Miles de militantes del PC hicieron acto de protesta en donde rompían su carnés del partido. El MAPU se dividió en dos toletes porque su ministro de Economía Fernando Flores se opuso públicamente a la política anunciada por el gobierno. Él estaba a favor de que se congelara de los precios, se controlara la especulación y se garantizara una cesta básica a precio mínimo.
EL MAPU se retiró del gobierno y MAPUOC como nueva organización le apoya. Los trabajadores se enardecieron enormemente. Los del Cordón de Cerrillos-Maipú paralizan la zona donde estaban ubicadas y después se van al centro de la ciudad. Las del Cordón Vicuña-Mackenna se movilizan y en asamblea en donde participan textileros, los del Cordón Panamericana Norte y otros sectores aprueban unas resoluciones que entre otros puntos exige: No devolver ninguna empresa ya intervenida sino por el contrario intervenir mucho más y rechazar el Plan Millas porque estas son medidas que detienen el “proceso revolucionario que nos conduzca al socialismo”.
La resistencia al Plan Millas se evidenció el 5 de febrero con una enorme concentración de repudio de los trabajadores, de los habitantes de los barrios pobres y el movimiento estudiantil que desbordaron el Estadio Nacional de Fútbol de Santiago. En las siguientes semanas la rabia se transformó en euforia por la participación en las elecciones parlamentarias del mes de marzo. Allí la clase obrera y las comunidades pobres hicieron un alto a la intensidad de las luchas para ir a votar, aumentando su electorado la UP a un 44%. En medio de resoluciones discutidas en asamblea, o carteles y comunicados públicos hechos por las organizaciones de izquierda y los Cordones Industriales se le exige a los nuevos diputados a que tomen medidas que enfrente la conspiración y que aprueben leyes que ayuden al “proceso revolucionario que nos conduzca al socialismo”.
Página 15:
“….. A través de una movilización de masas se constituirá desde las bases la nueva estructura del poder….”
“Se habla de un programa de una nueva Constitución Política, de una Cámara Única, de la Asamblea del Pueblo, de un Tribunal Supremo con miembros asignados por la Asamblea del Pueblo. En el programa se indica que se rechazará el empleo de las Fuerzas Armadas para oprimir al pueblo…. (Página 24)…”
(Extracto de la Carta enviada por la Coordinadora de Cordones a Salvador Allende, el 5 de septiembre 1973 en donde se hacen citas del programa de la UP)
El MIR por primera vez en las elecciones de marzo mandó a votar por los candidatos del PS. Con los resultados de las elecciones la derecha decide afincarse en la política de “tierra arrasada” que consistía en más saboteo económico y la no inversión, preparando el terreno del golpe. Para finales de marzo el grupo de generales que estaban en el gabinete de Allende renuncia a sus puestos.
El gobierno no aplica el Plan Millas y el 6 de abril anuncian la expropiación de 45 empresas más, pero haciendo esos anuncios en medio de un ataque feroz en contra de la izquierda y los Cordones, acusándolos de ser ellos los que habían “provocado a la burguesía” y calificándolos de “ultra izquierdistas” porque no devolvían las empresas ocupadas. Estas estaban en esas condiciones desde el mes de octubre del 72, cuando los patronos hicieron un paro general a las pocas semanas de haber empezado en septiembre la huelga de los camioneros.
Esas 45 empresas no se terminaron de nacionalizar. Mientras Allende insistía en mantenerse con el plan gradual de cambios, la derecha utilizaba la tribuna del parlamento, las cámaras de la TV y la tinta y papel de la prensa para discutir de manera pública y abierta el fin del gobierno, anunciando el golpe de estado.
El resultado de las elecciones de marzo fue un desafío muy grande y se daba en situación de estado emergencia que puso aprueba a los partidos de la UP, a los de izquierda, a los Cordones y a los propios trabajadores. El MIR y los otros grupos de izquierda se limitaban a exigirle a la UP que actuara de manera distintas a como lo venía haciendo. Los de la UP, después de la salida del MAPU, los más de izquierda era un sector del PS que encabezaba Altamirano. Pero este no eran consecuente con sus discursos y permitían que el sector de derecha llevara la voz cantante dentro del partido y el gobierno.
Ese sector de Altamirano era quien más influía sobre los Cordones Industriales. Pero él utilizaba a estos organismos de base para presionar dentro del partido y hacerse reconocer como un dirigente de contar con mucho apoyo. La otra organización que ejercía influencia en las bases era el MIR, no obstante, su principal fuerza estaba en los barrios pobres y entre el movimiento estudiantil.
El MIR era una organización que le hacía criticas al gobierno de Allende, pero en los momentos claves de la lucha de clase vacilaba y hasta se contradecía. A pesar de valorizar a la clase obrera como el sujeto social de la revolución, su orientación principal consistía en constituir “comandos” con las organizaciones reconocidas y despreciaba las organizaciones que por iniciativas propias salían desde las bases. Junto a la CUT cuestionaban la existencia de los Cordones, diciendo que eran “organizaciones paralelas” a las organizaciones propias de los trabajadores.
“Compañero Allende, si no le indicáramos que estas frases son citas del Programa de la Unidad Popular (refiriéndose a la citas anteriormente hechas en esta III parte del artículo). Que era un programa mínimo para la clase, en este momento se nos dirá que este es el lenguaje “ultra” de los Cordones Industriales.
Pero nosotros preguntamos, ¿dónde está el nuevo Estado? ¿La nueva Constitución Política, la Cámara Única, la Asamblea Popular, los Tribunales Supremos?
Han pasado tres años, compañero Allende y usted no se ha apoyado en las masas y ahora nosotros los trabajadores tenemos desconfianza.
Los trabajadores sentimos una honda frustración y desaliento cuando su Presidente, su Gobierno, sus partidos, sus organizaciones, les dan una y otra vez la orden de replegarse en vez de la voz de avanzar. Nosotros exigimos que no se nos informe, sino que también se nos consulte sobre las decisiones, que al fin y al cabo son definitorias para nuestro destino” (Extracto de la Carta enviada por la Coordinadora de Cordones a Salvador Allende, el 5 de septiembre 1973)

Stalin Pérez Borges: recuerdos y hechos del golpe del 11S de 1973 y del gobierno de Allende.
Les confieso que el triunfo de UP en Chile me impactó. Por esta razón a continuación hago la siguiente referencia personal. A los 19 años me vine a buscar trabajo en Caracas dejando la tranquilidad de Tocuyo de la Costa en donde vivía, atendía y administraba la única farmacia existente y además me ocupaba de actividades culturales. Allá por mi iniciativa comencé a leer a Marx, al Che y a escuchar en las madrugadas a Fidel por radio Habana Cuba. Seguí con atención y la admiración de un joven pueblerino el Mayo francés y las rebeliones de Chescolovaquia.
Creía que el triunfo electoral de Allende, si se consolidaba, abriría una situación revolucionaria y, extendería las revoluciones al resto de los países de América latina y que la clase obrera volvería ser el sujeto social que había dejado de ser. Simpatizante del MIR venezolano por analogía acompañaba las posiciones del MIR chileno y desde acá seguía la lectura de “Punto Final”, “Chile Hoy” y a todas las otras publicaciones que llegaban desde Chile. Para allá se fueron muchos jóvenes revolucionarios de nuestro país, entre ellos algunos conocidos militantes de pequeños grupos subversivos.
En Caracas empecé a militar en un Comité Obrero organizados por quién había sido responsable sindical del MIR Caracas, quiénes se opusieron y no acompañaron la posición del partido de ir a la guerrilla. Cuando ocurre el golpe del 11-S acompañé todas noches las concentraciones que se dieron en la Plaza el Venezolano en Caracas, esperanzado de que las informaciones dadas por José Vicente Rangel y otros dirigentes del incipiente MAS, del supuesto avance del General Prats en contra de las posiciones de los golpistas se desarrollaran y triunfaran. Supuestamente este era institucionalista y no compartía las brutalidades y asesinatos de Pinochet. Con esas esperanzas he quedado hasta hoy porque en Chile todavía están vivas las instituciones que impuso la dictadura asesina de Pinochet.
*Stalin Pérez Borges: miembro del Secretariado Nacional de LUCHAS, militante del SU de la IV Internacional, dirigente sindical e integrante del Consejo Editor de insisto y resisto (ir). org

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