
Fernando Azcurra*
Insisto resisto (ir) se complace en publicar este artículo teórico del economista argentino Fernando Azcurra, autor de una veintena de libros sobre economía teórica e investigaciones sobre el trabajo asalariado como base de la era estaliniana.
Hace una década Azcurra escribió estas ideas. No cuesta mucho verificar su actualidad en la economía argentina de hoy con el gobierno de Alberto Fernández. Porque básicamente es el mismo tipo de gobierno que el de hasta 2015, con funcionarios similares y composición de clase iguales.
Acurra acude a las ideas de Marx en sus escritos de 1850, tras las derrotas de la revolución centro europea, cuando se manifestó el rol activo de una pequeña burguesía sicofante, atrabiliaria y cobarde, incapaz de asumirse como subclase frente a la clase superior de la burguesía más fuerte. Incluso a pesar de sus alaridos electorales y de campaña con banderas sobre la inclusión y protección de los trabajadores en el plan económico nacional. Esa pequeña burguesía dejó constancia ayer como hoy que nunca será capaz de romper con sus mandantes de clase y que cualquier “inclusión social” será tan temporaria como frágil sus planes sociales y medidas protectivas. (Redacción IR, Buenos Aires)
Llegó el ajuste económico
“El capital acosa a esta clase, principalmente como acreedor; por eso ella exige créditos públicos blandos i.e. a tasas subsidiadas y celebró la reestructuración de la deuda externa. La aplasta por la acumulación de capital; por eso ella exige medidas control y regulación de los mercados más importantes por el Estado. Tiene superioridad en la lucha, a causa de la concentración y centralización monopolista financiera del capital; por eso ella exige estímulos, protección y menor presión impositiva a las pymes y que las grandes obras en el Estado sean ejecutadas por el capital privado nacional y otras medidas que contengan por la fuerza la libre movilidad del capital externo en el mercado interno, pero con el que pueda asociarse en condiciones favorables para determinadas inversiones”
(FHA. “La democracia pequeña burguesa en argentina”; Noviembre 2011)
Fernando Hugo Azcurra Enero 2014
La burguesía monopólica retiene exportaciones, impulsa el u$s ilegal, no expande la inversión, no hay creación de empleo, maneja los precios internos (inflación), los insumos importados para la producción tiene precios en u$s, la “canasta familiar” experimenta alzas en sus precios por encima del promedio inflacionario; etc.
El llamado modelo industrialista con inclusión social, ha empezado a hacer aguas y la pequeña burguesía se debate entre la irritación y la impotencia; irritación por los ataques despiadados de aquella burguesía y su infantería mediática que descarga fuego graneado sobre su política económica. Las medidas de intervención económica del Estado, sus regulaciones y controles, más publicitados que efectivas, la recuperación del salario en la distribución, y alguno de ellos como la flotación administrada del tipo de cambio y el cepo al dólar, etc. no eran ni son ya soportadas por el capital corporativo financiero. Impotencia ya que el comportamiento “patriótico” que pide el Ejecutivo y sus ministros no se verifica, sino todo lo opuesto: ataque al peso, fuga de capitales no contenida sino perturbada por las decisiones de política económica, manejo inflacionario de los precios, argumentos mentirosos sobre déficit presupuestario y de la cta. cte. De la Balanza de Pagos, gasto público, emisión monetaria, política de subsidios, políticas de “inclusión social”, etc.
Es cierto que si cándidamente entráramos en los argumentos puramente económicos, como gustan los ortodoxos y los heterodoxos, evitando la disputa política, y se leyeran los índices económicos (fiscales, monetarios, comercio exterior, salariales, etc.) éstos no son catastróficos ni anuncian una inminencia de derrumbe del “modelo” pequeño burgués; pero no menos cierto es que desde hace dos años los mismos se han venido deteriorando de modo tal que la política económica fue implementando medidas improvisadas y altamente lábiles ante la ofensiva financiera corporativa: alta tasa inflacionaria, tipo de cambio en retraso, baja constante de reservas, fuga de capitales, deterioro del salario, retroceso del saldo superavitario de la balanza comercial, etc. Y aprovechando esta situación las clases burguesas del stablishment arremeten duro para generar desconfianza, inestabilidad y señalar que hay un desmanejo de las cuentas públicas.
Lo que no puede obviarse es que hay una contraposición en la propia sociedad burguesa argentina entre dos tipos de evolución del capitalismo: uno se propone superar la EPD (Estructura productiva desequilibrada), otro instalado estructuralmente el del capital monopólico (nacional + extranjero; “holdings”) exportación competitiva + renta diferencial. El 1º pretende “nacionalizar” e “industrializar” al segundo; éste coacciona a “internacionalizar” y “especializar” al anterior, por tanto se trata de dos políticas del capital que en el transcurso de la democracia pequeño burguesa no puede sostenerse en el largo plazo: o se inclina por uno o se inclina por el otro. El proyecto pequeño burgués no tiene poder económico ni moviliza a la población para transformar la realidad del segundo, debería desencadenar una furiosa acometida de lucha política con pequeña burguesía + trabajadores industriales + trabajadores de los servicios públicos y privados + autónomos, sindicatos, pymes, ONG, etc. Esto sería dar con una solución política de las clases populares aliadas a una cuestión que se muestra como económica; el 2º no tiene las herramientas del poder político y carece de apoyo en la población, pretende mostrar que es una cuestión económica y no política, insiste en que se trata de “mala gestión” de las herramientas por ser un gobierno “populista” y de políticas populistas que quitan “previsibilidad” y “credibilidad” a los mercados.
En medio de este conflicto, es claro que los trabajadores asalariados (obreros industriales y de los servicios públicos y privados) se encuentran políticamente inermes dejando en manos de la pequeña burguesía el liderazgo del proceso político (lucha de clases) y viendo cómo ésta clase intenta enfrentar y sostener “su” política económica “popular” claramente no por medio de la lucha contra esa burguesía interna y externa, sino por medio de querer dar el “ejemplo” como verdaderos “gestionadores” correctos del Estado , y aún mejores, que la ortodoxia liberal, y del despliegue de un camino de crecimiento distribucionista con desarrollo, e intentando insistir ante la población trabajadora en “denunciar” al capital corporativo como especulador y desestabilizador y reafirmando que sus medidas de “asistencialismo distributivo” es de verdadera justicia para con ellos.
Así es que la administración pequeño burguesa se encuentra no en el “justo medio” sino “justo en el medio”, no satisfaciendo ni al capital ni al trabajo, porque con apelaciones a la ética, a la Patria, al progresismo, al consumo interno, no le alcanza, sobre todo porque mantiene un conducta política pasiva y no activa, defensiva y no ofensiva, negocia no impone, grita demagógicamente y calla vergonzosamente, grita desde una supuesta representación popular y calla desde sus concesiones al gran capital que no se satisface ni se satisfará hasta no ver a este elenco gubernamental saltar por los aires antes del 2015 o, si no puede, que sea reemplazado por un elenco “experimentado” del stablishment. Y aquí es que hay que asignarle toda su responsabilidad a esta medrosa y equivocada política pqburguesa: está haciendo el ajuste exigido por aquél y da por tanto justificación (y legitimación) a la derecha para que vuelva como una “renovación” que necesita el país.
¡Una vez más esta pequeña burguesía claudica y hará retroceder el proceso político de los trabajadores! Y lo poco obtenido será destruido y retornaran los brujos quizás por otra década. Mientras la pequeña burguesía quiere, y pugna para ello, desplazarse de la hegemonía política hacia un incremento del poder económico público para empatar al menos al capital financiero (que jamás logrará), el capital financiero desde su hegemonía económica busca (y quizás lo logre) construir una hegemonía política, candidatos no le faltan aunque no le gusten ni satisfagan (Binner, Cobos, De la Sota, Scioli, Solanas, etc.)
Esta administración vacilante con una política económica en manos de un chico recientemente convertido al peronismo desde un marxismo juvenil y epidérmico (Kicillof), culminará por esas sus propias debilidades de clase cayendo en la estrategia desestabilizadora de aquél capital, haciendo y tomando medidas antipopulares, como ya lo está haciendo, pero que ya no le interesará al stablishment porque su objetivo es desplazar este elenco, esta política y esta verborragia nacionalista vacía de sentido y oportunidad histórica para recuperar el terreno político que perdiera desde el 2001. Hay que oponerse al “ajuste” kirchnerista y al mismo tiempo ser implacables con la derecha; hay que saber posicionarse con un sentido crítico de los dos sujetos de clase en la pelea y no quedarse con uno de ellos; una verdadera política popular es ganar las calles y las organizaciones democráticas esclareciendo esto y a partir de lo que hace la democracia pequeño burguesa obligar, exigir, militar para ir más allá de sus consignas tibias y grises: a través de la democracia pequeño burguesa hacia una auténtica democracia popular anticapitalista.
*Fernando Hugo Azcurra: Economista.

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