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Insisto y Resisto

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Cuba: ¡No, la historia no te absolverá!

22 de julio de 2021 por tali Leave a Comment

Memoria – Rene Magritte (1948)

Nota de insisto resisto. org: Los sucesos del 11 de julio en Cuba siguen generando polémica e interés en distintas partes del mundo. En Europa en medio de sus circunstancias actuales la discusión sobre esto toma ribetes apasionados. En esta oportunidad publicamos un artículo de Paolo Girardi, en donde vuelve a esgrimir argumentos de su artículo anterior, dado que este causó distintas respuestas de algunos/as de quienes le leyeron. Al ser Paolo un colaborador especial de nuestra Página le damos cabida a sus escrito, quedando claro, que sus opiniones son de su responsabilidad.

Paolo Gilardi*, 22 de julio de 2021


Que la conjugación entre un embargo de sesenta años y la activación, por primera vez, de los capítulos II y III de la ley Burton-Holmes por parte de la administración Trump -y nunca revocada por este señor «más flexible» que es Joe Biden-, una pandemia mundial que ha privado a la Isla del maná del turismo y la reducción de ingresos derivados de la exportación de personal médico, juega un papel decisivo en el empobrecimiento de la población cubana, ese es un hecho indiscutible.


Como es indiscutible  también su combinación con una agricultura con niveles precapitalistas de productividad y una burocracia incompetente, que se mantiene con la ausencia de libertades públicas,  y se extiende  como un tumor maligno, haciendo metástasis sobre toda la actividad económica, social y política.


Pero todo esto no debe eximir a quienes miran los últimos acontecimientos en Cuba con un cierto desapego crítico, no demostrando un mínimo de perspicacia… Y responsabilidad.


Cuba per noi…


Para la generación que es la mía, la que se politizó a finales de los sesenta, principios de los setenta, Cuba sigue siendo un hecho aparte: la revolución al son de la salsa cuando el mundo llamaba «normalizado» a los socialistas en Praga. Pero, incluso después de la implosión a finales de los ochenta de aquellas procesos que fingían ser lo que no eran, la Isla caribeña siguió siendo un hito.


Y lo ha seguido siendo incluso para las nuevas generaciones, un símbolo de resistencia, a 70 millas de sus costas, contra el imperialismo estadounidense.


Y sin duda es la razón por la que es difícil en un primer momento admitir que, como ha venido ocurriendo desde  el pasado 11 de Julio, una parte de la población cubana sale a la calle gritando «Tenemos hambre», «Queremos vacunas» y «Libertad».


¿Pero cómo? ¿En el paraíso tropical? ¿En la patria del Che, Fidel y Camilo Cienfuegos?
Salvo los pocos que han mostrado un espíritu crítico -y como editores de Rproject nos gusta contarnos entre ellos-, las protestas de este mes de julio parecen golpear como el clásico rayo del cielo.


Le tiran piedras


Ante un espectáculo tan estremecedor, la primera tentación de nuestros partidarios, un tanto toscos y acérrimos de la dirección cubana, fue dar un aspecto antiimperialista a las manifestaciones callejeras.


Así fue que, en las llamadas redes sociales, las manifestaciones fueron presentadas como el acto heroico y patriótico del pueblo cubano que salió a las calles a denunciar el bloqueo estadounidense, un bloqueo interpretado como la única razón de que para esperar comprar lo que tal vez hay en la tienda, haces seis horas de cola, que llueva o que el sol abrasador te queme la piel.


El problema, sin embargo, era entender contra quién, esos miles de personas que tomaron las calles, lanzaron piedras, dado que las costas estadounidenses, es decir, el imperialismo contra el que se suponía que  manifestarían esas personas, están a más de setenta millas más allá del mar.
¿Que arremetió contra el gobierno revolucionario? Solo pensando en ello…


Objetivamente con el enemigo


Y esto es precisamente lo que confirmó el presidente Díaz-Canel, que en las primeras horas posteriores a las manifestaciones en unas cuarenta localidades , habló de ello como resultado de una política de estrangulamiento económico destinada a provocar el levantamiento de la población contra las autoridades.


Admitiendo de hecho que para entonces una gran parte de la población -ni siquiera con motivo de las protestas del Maleconazo en 1994, el alcance de la protesta era tan amplio- y alejado del gobierno, Díaz-Canel, advirtió a la población contra el uso de las protestas por parte del imperialismo y luego llamó a los «verdaderos revolucionarios» a tomar las calles en defensa de la revolución.


Y en cuanto a los «verdaderos revolucionarios», son las «avispas negras», las «avispas negras», verdaderos destacamentos de vándalos antidisturbios que se han presentado en la calle.
De esta manera, es como un aliado objetivo del enemigo, y por lo tanto un enemigo mismo que el gobierno caracteriza a quienes se manifiestan, es decir, a esas miles de personas que él mismo define como víctimas del bloqueo organizado por el enemigo…


Esta no es una elección pequeña: en 1994, durante el Maleconazo, Fidel no trató a los manifestantes como enemigos y se sumó  a la multitud en el Malecón de La Habana, para discutir con ellos.


Hoy, a pesar de un vago intento de reunirse con un grupo de manifestantes, Díaz-Canel los convierte a todos en aliados objetivos del enemigo, posición que incluso despierta las reservas de La Joven Cuba, un blog de jóvenes militantes de la izquierda cubana.

¿Guiados a distancia?


Y entonces, claramente, la apropiación de las protestas por parte de la radio cubana y los sitios de Miami se convierte en una oportunidad para denunciar su papel de liderazgo subversivo. Que los anticastristas de Miami estén entusiasmados con las manifestaciones en Cuba, no debería sorprender a nadie.


Simétricamente, hicimos lo mismo cuando, en 1974, el Movimiento de las Fuerzas Armadas en Portugal derrocó al régimen de Caetano: no es porque alabamos en nuestros periódicos -todavía no había Internet- la insurrección que organizamos. Así como no tuvimos ningún mérito en el derrocamiento, que saludamos y celebramos, de Somoza en Nicaragua en julio de 1979.

No fue nuestro entusiasmo lo que guió a los capitanes del MFA, como tampoco fue nuestra solidaridad la que tomó la dirección de la insurrección del FSLN. Por analogía, y a pesar de los más que presumibles intentos de sectores de emigración, no es Miami la que dirige, la revuelta de parte de la población cubana.


Y si, por delirio de hipótesis, esto fuera, ¿no sería un hallazgo de fracaso del proyecto de la gestión cubana? ¿Que una gran parte de una población que ha podido beneficiarse durante más de seis décadas de las políticas sanitarias, educativas y sociales del gobierno se preste tan fácilmente a la manipulación de quienes siempre se han opuesto a esas políticas?


Medición de la profundidad de la crisis


Recurrir como tantos a la más que fácil explicación de la manipulación desde Miami nos impide entender el alcance y la profundidad de la crisis que vive Cuba.


Desde la llegada a los resortes del poder, tras la renuncia de Fidel en 2004, su hermano Raúl y la cúpula del ejército y con el reciente nombramiento de Díaz-Canel a la presidencia, se han tomado una serie de medidas económicas que rompen cada vez más con la lógica igualitaria de la revolución cubana.

La nueva Constitución hace tres años y las últimas medidas económicas -las 201 propuestas de reforma- adoptadas por el reciente octavo congreso del Partido Comunista de Cuba, favorecen en este sentido el desarrollo, por un lado, de un sector privado cada vez más amplio -las actividades económicas que pueden llevar a cabo los particulares han aumentado de 127 a más de 2000 en pocos meses- y, por otro, un control centralizado de los sectores decisivos de la economía por parte del poder del Estado.

La adaptación del Código de Trabajo que autoriza los despidos, la superación sin indemnización de las ocho horas diarias de trabajo, que establece la obligación de siete días de vacaciones en el sector privado -frente a treinta en el sector público– contribuye a incrementar numérica y económicamente el peso del sector privado, de los cuentapropistas que representaban el 13% de la población activa en 2020.


Es difícil, desde fuera, decir empíricamente si este nuevo estrato social que tiende a cristalizar juega un papel en las manifestaciones pero está claro que los límites legales que se le imponen se experimentan, sobre todo cuando el turismo ha sido bloqueado, como limitante al «derecho a enriquecerse».


Pero la responsabilidad de todo esto no está en la voluntad del pueblo, sino en la de la dirigencia cubana, el gobierno y las fuerzas armadas que, paralelamente a la creación de condiciones favorables al sector privado, siguen ejerciendo su monopolio sobre los sectores de la salud, la educación y las fuerzas armadas, y sobre todo, sobre el más que lucrativo y privilegiado «sector estratégico».


Es también desde este ángulo, que las penurias que sufre la población deben ser observadas, comprendidas e interpretadas. Son ellas, las privaciones, las que empujan a parte del pueblo, los cubanos que van a pie, a la plaza.


Cierto, pero…


El otro día, un compañero que estuvo activo durante años en la solidaridad médica con Cuba, me señaló que, «a pesar de todo, en Cuba el sistema educativo y la atención de la salud siguen siendo muy superiores a lo que se puede ver en el resto de América Latina. ¿No son un poco ingratos?»
Por supuesto, en Cuba vas a la escuela hasta los dieciocho años y la salud pública está protegida, aunque la transformación del personal médico en mercancía de exportación haya reducido en gran medida la disponibilidad local. Pero como me dijo un cubano de Camagüey, «no es el diploma de estudio lo que te hace avanzar más rápido en las colas de comida»…


En los primeros años de la revolución, muchas privaciones fueron aceptadas por el pueblo cubano, la amenaza yanqui siempre estuvo presente y fue percibida.


Pero el uso de la teoría de la responsabilidad única del bloqueo para cubrir las responsabilidades locales, ya no tiene el efecto obvio, especialmente para una población de la que la mayoría no ha conocido nada más, porque nació después de la revolución.


Una gran parte de esta población, de la revolución no ha conocido más que las últimas tres décadas, no las primeras de las conquistas revolucionarias, la casa, la escuela, la salud, sino las del período especial, de las interrupciones de la electricidad, de la dificultad en encontrar muchos productos…


Es esta gente la que está en parte en las calles. Es este pueblo el que el gobierno está llamando a sus seguidores a enfrentar. Es la represión de estos hombres y mujeres que nuestros cubanos incondicionales están legitimando al elegir su campo, el del gobierno.


Y la magnitud de esta represión, precisamente porque es Cuba, corre el riesgo de ser un elemento disuasorio, mucho más allá del Caribe.


Y de esto, No, la Historia no te absolverá…

*Paolo Gilardi: Profesor, militante revolucionario de la izquierda suiza, editor del blog Rproject, colaborador de (ir) y dirigente sindical del Sector Público en Suiza.

Filed Under: Educación, cultura y arte, Internacional, Opiniones y debates

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