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Insisto y Resisto

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La Argentina Ecológica: el Proyecto Justo, Social y Humanista

11 de julio de 2021 por tali Leave a Comment

Medio ambiente e igualdad social/TeleSur

Mario Mazzitelli*

Una alternativa política debería ser intransigente en esta materia. Es justo lo que dice el proverbio: “Cuida bien la tierra. No te la han dado tus padres. La has tomado prestada de tus hijos.”

Una alternativa política a las dos fuerzas hegemónicas, debe elaborar un plan para la “transición” entre esta Argentina colonial, saqueada, explotada y una Argentina soberana, justa, próspera, moderna y ecológica.


A nadie se le ocurre que es una tarea de un día para el otro.
Lo importante es que la “transición para nosotros empieza hoy”.


Son tres etapas claras y distintas:
1.- Resistencia;
2.- Planes de reconversión para las actividades más destructivas, extractivas y contaminantes;
3.- Proyecto de la Argentina Ecológica, generadora de justicia, empleo y bienestar general.

1.- Resistencia.
Resistir es luchar. Todas las luchas son la misma lucha por la vida. Desde el “No a la mina” de oro en Esquel, Chubut, en 2003; hasta las luchas por el agua en Mendoza, en 2019/20. Todas las movilizaciones, asambleas, acciones o planteos políticos y jurídicos, son una. Esas luchas deberían reunirse en un espacio político-ambientalista comprometido con la defensa irrestricta de la naturaleza.

Resistir es luchar contra 500 años de saqueo, donde el colonizador dispuso que los seres humanos y el ambiente son elementos de explotación para beneficio, enriquecimiento y engrandecimiento propio y de las metrópolis.


Resistir es luchar contra el actual contubernio entre el poder político y el económico, dupla a partir de la cual se depreda la naturaleza, por espurias ambiciones de dinero de ambos socios.
Resistir es luchar contra las fumigaciones con químicos tóxicos, contra la polución del aire, contra la contaminación del agua de las altas cumbres, las cuencas hídricas, contra el vicio de volcar los desechos sobre los lagos, ríos o el mar; contra la destrucción de los humedales, contra la depredación de la biodiversidad y los ambientes originarios (barridos por la expansión de los negocios agrarios y la toma de terrenos amurallados para viviendas de los ricos); contra la deforestación de bosques; contra la mega-minería y el fracking; contra la idea que hay que quemar la última partícula de petróleo antes de iniciar la reconversión, contra el desarrollo de las grandes granjas de porcinos; contra la instalación de un nuevo reactor nuclear; etc.

Primero entonces, resistir y luchar por la vida. Después planes de reconversión para las actividades más destructivas, extractivas y contaminantes.

2.- Planes de reconversión para las actividades más destructivas, extractivas y contaminantes.

La realidad.


El desarrollo de las fuerzas productivas (vistas en el pasado como la panacea a partir de la cual la escasez daría paso a la abundancia sin costos colaterales) por el aumento de la población, la pretensiones consumistas desatadas por el capitalismo y la voracidad insaciable por la acumulación y concentración de riqueza, se transformaron -en gran medida- en fuerzas destructivas, extractivas y contaminantes.

Así en la extracción de minerales (unos gramos de oro implican: explosiones monumentales, llevar al aire millones de partículas contaminantes, gases de efecto invernadero, dejar para siempre un cráter gigante en la montaña, toneladas de roca molidas y lixiviada en miles de litros de agua con cianuro, la contaminación de los acuíferos, en algunos casos la destrucción de glaciares, etc.) en la obtención de hidrocarburos (gigantescos pasivos ambientales), en la producción agropecuaria (J. Rulli, denunció la extensión del uso del herbicida 24D de Syngenta, mucho más tóxico que el glifosato) podemos seguir con la actividad pesquera, etc.

El dilema


Esta metamorfosis pone a la humanidad frente a un dilema: subordinar la vida a la economía como quieren los sectores conservadores, ricos y privilegiados; o, en cambio, iniciar la transición hacia una producción sana y reparadora, del ambiente y los seres humanos.

Una aclaración.
Puesto hoy como punto de partida; a nadie se le ocurre que se pueden frenar los suministros de energía, las fuentes de trabajo, los contratos vigentes, las obligaciones jurídicas del Estado, etc. de un día para el otro. Será una transición que durará décadas. Superarán varios períodos de gobierno. Los jóvenes, adolescentes y niños de hoy son los principales destinatarios del cambio. Entonces ¿Cuándo empezar? Hoy.


Si ya conocemos que la dirección y sentido (aire, agua, biodiversidad, calentamiento global, etc.) nos lleva a la extinción como especie ¿Cuándo vamos a empezar? Hoy.
Planes con objetivos claros área por área, no tienen por qué esperar a mañana.

Planificación democrática.


Decididamente estos planes deben provenir de un debate abierto (todos los sectores deben participar) transparente (para que la corrupción no haga su trabajo de topo) y con carácter resolutivo (para que no quede en declaraciones que nunca se cumplen y tenga pasos estrictos de cumplimiento inflexible)

Necesariamente deberá tener su origen en el Poder Ejecutivo, en el Congreso, en un Centro Nacional de Planificación Estratégica o en una Gran Asamblea de las Asambleas, donde concurran agrupaciones, corrientes, personalidades, profesionales ambientalistas…

La transición


La transición implica la prohibición inmediata de algunas actividades (minería a cielo abierto, fracking donde todavía no se haya iniciado, etc.) y los planes correspondientes de reconversión. Por ejemplo: nueva ley de minería, creación de Yacimientos Mineros Fiscales; o un gigantesco plan para la generación de energía con fuentes limpias, que demandaría ingentes cantidades de trabajo; o un plan de incremento de impuestos sobre químicos tóxicos para la agricultura hasta volver inviable su uso; o un plan para evitar que los desechos industriales contaminen las napas o cursos de agua; o cuidados especiales con gran número de guarda-parques y la infraestructura de seguridad correspondiente para garantizar que la biodiversidad existente pueda reconquistar espacios de los que fue desalojada por la creencia torpe que el “hombre puede someter a la naturaleza”.

La transición a un desarrollo sano y reparador debería ser la próxima misión hacia una Argentina Justa, Prospera y Ecológica.


El salto de la competencia fratricida a la cooperación constructiva.

El pasado.


La lucha por la vida.


Si resulta cierto que en la mayor parte de los 200.000 años que llevamos sobre el planeta, la lucha principal fue con el medio físico-biológico y con las otras especies; resulta verificable que en los últimos 10.000 años (con la aparición de la ganadería, la agricultura, las artesanías, el comercio, etc.) la lucha se trasladó al interior de los propios seres humanos.


Esto se agravó, digamos, en los últimos 5 siglos. A partir de la conquista de América y otras regiones; una minoría privilegiada, poderosa y arrogante, empezó a llevar a los extremos la explotación de seres humanos, animales, bosques, montañas, tierra, mares, diversidad biológica, etc. con un nivel de crueldad y desaprensión propia de una oligarquía enajenada, cegada por la riqueza y cargada de ambiciones absurdas. Imperio y dominio pasaron a ser sus dogmas. Esta oligarquía se fue tras-nacionalizando, adoptando distintas formas según su lugar en el mundo, cargando con conflictos y guerras o alcanzando una alianza estratégica para la defensa de sus intereses. Pero constituyendo una clase dominante a nivel mundial. Esta preeminencia les facilitó impulsar ideas, principios y valores que fueron creando el contexto cultural propicio para su dominación. Así su pedagogía impregnó todos los estamentos sociales. Nos contagió, de alguna manera, a cada uno de nosotros. Haciendo que naturalizáramos la imagen de que “todo lo que nos rodea está allí para ser exprimido sin consideración”.


Esto ha puesto, en el último medio siglo, la vida de los seres humanos pendiendo de un hilo. El asunto es que cada día ese hilo es más fino y es tensado con gran ineptitud.

El futuro desde nuestro lugar en el mundo.


Población estimada por el INDEC al 1 de julio de éste año es de 45.808.747. Para el 2040 proyecta una población de 52.778.477 habitantes. Con un crecimiento vegetativo descendente desde algo más del 1% actual, al 0,58% entre 2039/40.


Si los argentinos creyéramos valioso recuperar el proyecto de vida procedente de la Revolución de Mayo, de nuestra independencia y emancipación, de nuestra organización nacional; deberíamos darnos una política de crecimiento poblacional muy superior. Llenar de vida el territorio es el gran proyecto. La idea de un país Justo, Próspero y Ecológico, sería inevitable.

La disputa por los bienes comunes.

Para abastecer a una población creciente (que en medio siglo -2071- pudiera llegar a los 100 millones de habitantes) necesitaremos más agua dulce, más alimentos, más minerales, etc. todos bienes apetecibles por otros pueblos, reunidos en potencias de distinta dimensión y carácter. La lucha por la vida permanecerá y saldrán victoriosos los pueblos que mejor sepan adaptarse a la nueva realidad, abrirse al mundo con inteligencia, realizar las políticas de alianza más convenientes (América Latina tendrá que unirse, en mejores condiciones que Europa que logró “unidad” después de siglos de guerras), saber defender lo propio, etc.


Argentina debería tener una orientación clara en este sentido. Trabajar desde las ideas para cambiar la lógica dominante: explotadora, machista y supremacista; por otra del equilibrio, la armonía, la igualdad y el cuidado mutuo. En una palabra cambiar la afamada competencia destructiva-concentradora del poder y la riqueza, por una “cooperación fraterna en el marco de la libertad creadora”. Libertad creadora como capacidad excluyente de los humanos; de la cual prescindimos la mayor parte de las veces. Y trabajar desde lo material para superar el atraso decadente y desintegrador al que nos han sometido.

Es claro que la Argentina no puede habilitar la continuidad de un desarrollismo dependiente, depredador, contaminante y de saqueo. El camino es el desarrollo económico sano y reparador para que todos los habitantes puedan contar con los bienes y servicios necesarios para llevar adelante una vida digna. Agreguemos que la corrupción con su capacidad de aceitar en las altas esferas los depredadores negocios urbanos, rurales, mineros, etc. es parte del arsenal del enemigo.

Nuestro compromiso


Esa Argentina Justa, Prospera y Ecológica es un proyecto; no sabemos cuán lejos está. Hoy solo sabemos que es el camino de la vida.


Para ésa Argentina el compromiso empieza por nuestra casa, nuestro barrio, el municipio, la región y sigue por el mundo (Desde la separación de la basura en nuestra casa, y el cuidado del agua y los árboles del barrio, hasta las resoluciones políticas más significativas). Lo interesante es que depende de cada uno de nosotros, y de otros iguales a nosotros que habitan otras regiones del planeta. En 2020 reafirmamos una lección de la historia: lo que le pasa a una persona cualquiera, por alejada que parezca, nos puede pasar a nosotros. Nada de lo humano nos es ajeno.


¿Por qué dependería de nosotros? Porque nosotros somos más. Somos el pueblo. Si estamos unidos somos invencibles. Como pueblo sabemos todo lo que pasa, de una u otra manera. Como pueblo podemos vigilar y detectar las actividades contaminantes y dañinas. Como pueblo debemos informarnos sobre las propuestas electorales respecto al cuidado del ambiente y las personas. Podemos controlar a los políticos para que no queden atrapados en los tentáculos del poder económico.

La Argentina Ecológica exige volver a la naturaleza. No ya en el primitivismo espontáneo con el que pudimos habitar el territorio en el pasado, sino en el marco de un plan. Debatiendo la ocupación y uso del suelo con criterio ambiental, social, económico, tecnológico y geopolítico. Algunos dicen ruralizar lo urbano y urbanizar la ruralidad, puede ser. Desarrollar las zonas más atrasadas, puede ser. Ocupar la Patagonia, puede ser.


Volver a la naturaleza, es sacar la pulsión a la compra de mercaderías. Sentir que acumular objetos inútiles no tiene gran sentido. Que podemos vivir en abundancia con pocas cosas. Que la vida siempre tiene sentido. Que dignificarla y multiplicarla es nuestra misión. Que la alegría es mejor que el dolor, aunque nada sea para siempre y nada sea evitable. Saber que se puede vivir mejor. Y eso es muy bueno.


Se trata de encontrar los equilibrios inteligentes para que el nuevo vínculo con la naturaleza nos saque de la ficción de ser algo distinto. Somos naturaleza. (Si algunos economistas dicen que las fuentes de riqueza son la tierra, el capital y el trabajo, y otros responden que el propio capital es fruto del trabajo; alguien aún más audaz podría decir que el trabajo corporizado en los humanos es un fruto evolutivo de la tierra) Toda la producción tiene sentido si es para obtener bienes y servicios que mejoren la calidad de vida. No para reproducir y multiplicar el capital de unos pocos. La economía social habrá de prevalecer.

¿Qué habría que hacer? Seguramente cambiar el capitalismo depredador por otro sistema amigable con las personas y el ambiente. Bajar el consumo de aquellos que lo hacen en exceso. Ser más justos en la distribución de los bienes y servicios. Apoyar la natalidad con inteligencia (En un territorio despoblado nosotros debemos multiplicarla). Orientar el crecimiento económico y el desarrollo por caminos que faciliten la restauración, reparación o recreación de aquello que sea posible. Generar nuevos hábitats afectuosos con el ambiente. Defender el aire, el agua y la tierra con gran esmero.

Cambiemos todo lo que haya que cambiar; desde la Quiaca hasta la profundidad de los hielos Antárticos, desde el Parque Nacional Los Glaciares, Provincia de Santa Cruz, hasta Bernardo de Irigoyen, en Misiones; para que, vivir aquí sea apetecible para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Y las mujeres y varones de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino. Por todo el tiempo. Hasta donde alcance nuestra vista. Para volver a sentir el orgullo de vivir en esta querida Argentina.

*Mario Francisco Mazzitelli: político argentino, dirigente del Partido Socialista Auténtico de su país.​

Filed Under: Educación, cultura y arte, Medio ambiente

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