
Las enormes manifestaciones del 29 de mayo y 19 de junio impactaron la situación nacional, abriendo el camino para derrotar a Bolsonaro. A pesar de los riesgos de la pandemia, cientos de miles salieron a las calles, audazmente, en todo el país. Salieron a las calles con indignación, convirtiendo el dolor en lucha. Salieron a las calles porque saben que no se puede esperar hasta 2022 para sacar a la milicia del poder. Salieron a las calles, conectando con el sentimiento de la mayoría de la población, que rechaza este gobierno genocida. Salieron a la calle izando las banderas más sentidas por la gente: ¡vacuna en el brazo, comida en el plato y Fora Bolsonaro!
El 19J movilizó a unas 750.000 personas en más de 400 ciudades; contando, además, con actos simbólicos en varios otros países. Fue, por tanto, superior a 29M en número de ciudades y habitantes. La manifestación del sábado pasado tuvo una presencia expresiva de la juventud, pero la vieja guardia, la generación 68, también estuvo presente en gran número. Había estudiantes, pero también muchos trabajadores, de diferentes categorías. Había residentes de barrios de clase media, pero también muchos de la periferia. Había mucha gente organizada en movimientos, frentes, partidos de izquierda y sindicatos, pero también muchos sin vínculos políticos directos. El acto también tuvo mayor cobertura por los medios tradicionales. Sin embargo, tuvo un menor alcance en las redes sociales, en comparación con los 29M, que se beneficiaron del efecto sorpresa.
La unidad de la izquierda es fundamental
El efecto más significativo del 19J es que instituyó, en el escenario nacional, la lucha de masas por Fora Bolsonaro, aprovechando la ventana abierta el 29 de mayo. El éxito de las manifestaciones no hubiera sido posible sin, por un lado, la existencia de una mayoría social contra Bolsonaro, que se formó a lo largo de la trágica experiencia de la pandemia; y, por otro, la existencia de un Frente Único de izquierda y movimientos sociales en torno a la campaña de Fora Bolsonaro. Sin esta amplia unidad de lucha no serían posibles actos con tanta fuerza y repercusión.
Por primera vez, en muchos años, la izquierda hizo un movimiento ofensivo en la lucha de clases. El gobierno de extrema derecha aún no ha sido derrotado, pero está debilitado, acorralado. La capacidad de movilización social del pocketnarismo es, en este momento, menor que la de la izquierda. Bolsonaro es una minoría en la sociedad y en las calles. También conserva posiciones fuertes, con el apoyo de alrededor del 25% de la población y el apoyo del centro en el Congreso y del sector militar y empresarial. Con ello, el gobierno mantiene la agenda liberal de privatización y desmantelamiento del servicio público, como la privatización de Eletrobrás y el avance de la reforma administrativa en el Congreso. Pero Bolsonaro está a la defensiva en Brasil y muy aislado internacionalmente. Además de la fuerza de las calles en 19J, nueva evidencia investigada en el CPI de Covid,
La derecha burguesa tradicional (PSDB, DEM, MDB, etc.), a su vez, sigue en crisis política, sin presencia en las manifestaciones callejeras y muy mal posicionada en las elecciones presidenciales. En la valla, mantiene su apoyo a la política neoliberal de Paulo Guedes y, hasta ese momento, no ha defendido el juicio político de Bolsonaro. Por tanto, el rumbo de la lucha por el derrocamiento de Bolsonaro se deja a la izquierda.
Tres pasos para construir la ofensiva
La primera tarea es construir un nuevo acto de calle más grande que el 19J, trayendo a la lucha nuevas capas de la clase trabajadora, que aún no han asistido a las manifestaciones, aunque simpatizan con el movimiento. Para tener la fuerza para derrocar a Bolsonaro, el movimiento callejero deberá dar un salto de calidad, trayendo, si es posible, millones a las manifestaciones. Solo entonces el Congreso, dominado por el centro, se sentirá presionado para abrir el proceso de juicio político.
En este sentido, la campaña Fora Bolsonaro fijó la nueva ley nacional para el 24 de julio. Hasta entonces, es necesario intensificar la construcción desde la base con amplia democracia, convenciendo a nuevos sectores para que se sumen a la lucha. Es fundamental la organización de plenos, asambleas, folletos y diálogos pacientes con la clase obrera y la juventud.
La segunda tarea es preservar y mejorar la unidad de la izquierda. No se debe aceptar ningún intento de dividir al Frente Unido reunido en la campaña de los Foros Bolsonaro. Cada organización presente en la unidad tiene garantizada su autonomía política y libertad crítica, pero se debe preservar la unidad para luchar. Los sectores minoritarios que integran la iniciativa Povo Na Rua (UP / MES / PCB) están llamando peligrosamente a la división, haciendo falsas acusaciones políticas, promoviendo convocatorias paralelas y amenazando con llamadas a actos separados. Este atentado dañino e irresponsable contra la unidad de la izquierda debe ser derrotado.
La tercera tarea es hacer avanzar la estrategia y el programa de la izquierda. Si es necesario tener la amplitud necesaria para derrocar a Bolsonaro, lo que incluso significa invitar a todos los sectores que dicen estar en la oposición al gobierno, incluso a los segmentos de la derecha, a adherirse a los actos de Fora Bolsonaro, es necesario, en al mismo tiempo, establecer una estrategia orientada a la constitución de un gobierno de izquierda, sin alianzas con la burguesía, para realizar cambios estructurales a favor del pueblo trabajador.
Los recientes movimientos de Lula (PT) hacia la construcción de amplias alianzas con sectores de la clase dominante, de cara a las elecciones de 2022, son un camino malvado y bien conocido; recordemos que Temer era vicepresidente de Dilma. Estamos a favor de la unidad en acción con todos los que quieran derrocar a Bolsonaro, sean PSDB, MBL o MDB. Pero otra cosa es la formación de alianzas para gobernar. Porque la factura de estos acuerdos se paga con la renuncia a las transformaciones fundamentales que el país necesita. ¿Vale la pena llegar al gobierno para que tenga que abandonar el programa de izquierda por alianzas con la derecha?
Por todo esto, el PSOL lucha por un frente de izquierda en luchas y elecciones, sin alianzas con la derecha, para derrotar a Bolsonaro e instituir un gobierno de la clase trabajadora y los pobres, con un programa anticapitalista para revocar el legado del golpe , generar empleo, acabar con el hambre y la pobreza, acabar con el genocidio de los negros, preservar el medio ambiente y transformar el país con educación, salud y desarrollo económico soberano.
Fuente: Esquerda Online

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