
Modesto E. Guerrero*
El pasado 12 de junio de este 2021 cuatro trabajadores campesinos fueron apresados por fuerzas policiales del Estado Yaracuy. La causa es gestionar desde hace cinco años la propiedad comunal de un predio propiedad de un terrateniente opositor Roberto Smith, conocido opositor enemigo del chavismo. Así lo informó el canal comunitario TatuyTV. El fundo se llama “La Promoción” (ver Twitter).
Pero, no es una novedad lo de Yaracuy. En 2017, en pleno guarimbeo opositor, la PNB y la GNB desalojaron con violencia a un grupo de familias de 40 viviendas en la localidad guariqueña Los Tramojos. La crueldad usada fue novedosa: amarraron de pies y manos a las familias junto a sus enseres. Pertenecían al Consejo Campesino Zamorano y habían recibido la propiedad de 4.863 hectáreas de manos del mismo Comandante Chávez aplicando el Art. 1º de la “Ley de Tierras baldías y Ejidos”.
Estos hechos no son aislados ni han sido revisados en los tribunales. Al contrario, los jueces locales confirman las medidas policiales y la expropiación de los trabajadores comuneros.
Más sorprende recordar las tantas veces que el Comandante-Presidente se refirió a los Consejos y las Comunas como las bases de la nueva república bolivariana, el sostén del gobierno desde 2012 y la medida que garantizaba el cambio de naturaleza del Estado, de capitalista a anti capitalista.
Lo que se nota es una tendencia acelerada a hacer lo opuesto, o sea: devolver y frenar las medidas anti capitalistas para consolidar el Estado burgués previo a 2013 y asegurar la supervivencia de una nueva burguesía surgida de un país que se anormalizó (respecto a las normas burguesas del poder) entre 1999 y 2012.
Para comprender esos retrocesos y tendencias en Venezuela, debemos revisar y repasar que fueron, que son y adonde van las Comunas y los Consejos Comunales Campesinos. Eso nos proponemos en el siguiente escrito.
El contexto y la dinámica
Estados Unidos, como imperio dominante en el hemisferio, está decidido a hacerle pagar a Venezuela por lo avanzado contra su dominación imperial. No fue mucho ni se llegó a un cambio de naturaleza social del Estado, pero los cambios y reformas fueron suficientes para condenar al país como enemigo a destruir.
Este castigo imperialista se da en medio de una pandemia, que en términos sociales y de la economía de los trabajadores constituye un desplome del nivel de vida en un breve lapso de pocos meses. Algo similar se conoció sólo dos veces en los últimos 100 años: 1914-1918 y 1939-1945. Lo que vivimos tiene efectos sociales de una guerra mundial, con mucha muerte pero sin bombardeos ni ocupaciones territoriales. Ese clima adverso favorece la agresión imperialista.
El objetivo de EE.UU. es convertir a Venezuela, en lo que el teórico jurídico italiano pro imperialista Mario Betattis, definió durante 1975 en la ONU, como un “Estado nación fallido”.
Haití, Somalia o Paraguay, Palestina y otros, son ejemplos. Cuba se salvó de esa condición debido a su régimen social colectivizado, a pesar de tener menos recursos naturales que Paraguay o Somalia. Y Argentina, que fue condenada a comienzos del siglo XX, sobrevivió por la fortaleza de su economía interna y porque el peronismo surgió temprano, a mediados de 1945.
Son sociedades castigadas, llevadas a formas de barbarie y descomposición crónica, como medio para que sus gobiernos capitulen y se sometan a la dominación imperialista. En este punto se impone una definición marxista del Estado nación, de su gobierno y su sistema político, en esta fase. ¿Cuál es la tendencia en esos tres planos? De esa definición dependerá la corrección o incorrección de la política y las tácticas políticas.
Existen presiones para adoptar una posición sectaria. Que olvide o desdeñe la relación nación oprimida/nación opresora y se niegue a defender a la Venezuela de Maduro frente a agresiones externas. Pero también existen presiones en sentido opuesto: La oportunista. Sería que mantiene ilusiones en el gobierno en su forma actual, en nombre del peligro externo.
La pregunta ordenadora es: ¿Venezuela sigue siendo un Estado nación independiente, o ya perdió esa condición con el gobierno de Maduro?
Los datos y señales de la conducta gubernamental indican que la independencia nacional ganada entre 2002 y 2012 está en riesgo de perderse. Un riesgo cada más serio, inminente. Nada indica que el gobierno intente profundizar nada para mantener el carácter independiente.
Las medidas serían una política externa e interna definida por su anti imperialismo y su anti capitalismo.
Desde los últimos meses, el gobierno está en un estado de latencia decreciente: ni avanza en su actitud anti imperialista, ni retrocede al punto de capitular completamente.
Lo que predomina ahora es un peligroso carácter dual en la conducta gubernamental. Se define por lo que hace ahora, no por discursos o declaraciones, ni por su pasado y menos por hipotéticas actuaciones futuras.
Maduro quisiera pactar para sobrevivir, pero no puede hacerlo. Avanza políticas de entrega en la economía interna, pero no puede hacer lo mismo en la política externa.
¿Por qué?
a) Porque aún teme al movimiento chavista de base, incluso a un sector del funcionariado bajo. La simpatía despertada por la APR es una señal de su cautela.
b) Porque el imperialismo, ningún imperialismo aceptó jamás una media capitulación. En eso funciona la ley del embarazo, excepto cuando se lo impide una resistencia física.
Esta dualidad es por definición transitoria, no puede sostenerse sin definición por un tiempo prolongado. Este fenómeno lo vimos en el sandinismo de mediados y finales de la década de los años 80. Es útil para abordar fenómenos y combinaciones intermedias en las relaciones entre países oprimidos y países imperialistas.
La naturaleza actual del Estado venezolano está por definirse. Dependerá de lo que resulte del actual complejo de procesos externos e internos.
Estamos ante una extraña combinación. Desde lo económico y financiero tiende a convertirse en una semicolonia, pero no de EE.UU., sino de China. Es una novedad compleja porque ese imperio oriental autodenominado “Comunista”, aunque en su Comité Central se sientan dos de los cincuenta explotadores millonarios más poderosos del mundo.
Es una anormalidad histórica mundial que determina anormalidades en países y economías relacionadas con China. Es curioso. En los documentos financieros firmados por Venezuela no existan cláusulas específicas de un pacto de tipo semicolonial, como ocurre con Argentina en su contrato con China para explotar el yacimiento de Vaca Muerta. O en África, para obtener minerales. Es posible que la atadura semicolonial de Venezuela se anude de otra manera, con otro formato jurídico.
Casi toda la deuda externa venezolana (unos 60 mil millones de dólares), es con China. Sólo una pequeña parte de ella es con bancos privados de EE.UU. y Europa. El comercio exterior venezolano actual depende de la Bolsa de Shangai. El gobierno de Maduro convierte sus Petros para pagar importaciones, y los convierte en dólares y otras divisas en la Bolsa de Shangai para pagar contratos de compra.
Sin duda es un efecto derivado del bloqueo y de la batería de casi 300 sanciones contra quienes vendan o compren a Venezuela. Pero también devela un carácter de clase de la política económica del gobierno. No gobierna para los pobres y trabajadores, sino para garantizar las buenas relaciones con un nuevo sector capitalista comercial y posiblemente bancario. De los 54 mil millones que heredó del último gobierno de H. Chávez, cerca del 35% lo aplicó en subsidios, préstamos graciables y favores a empresas. Sólo el aporte a la POLAR, en 2015 sumó unos 5 mil millones de dólares.
Ese carácter de clase (nuevo respecto al Chávez de 2002 a 2012) no es accidental, sino sistémico. Se puede verificar en lo que ha hecho al interior de la economía y la sociedad de los trabajadores, como el desmontaje de toda la economía de tendencia anti capitalista.
De las 1.359 empresas expropiadas entre 2002 y 2012, puestas bajo control del Estado o de los trabajadores, mediante distintas fórmulas jurídicas, solo quedan en pie alrededor de 135, casi un 10%. Las más grandes de esas 135 producen a más o menos el 30% de su capacidad instalada (Lácteos Los Andes, la empresa de Válbulas en Carrizal, Estado Miranda y otras). Este desmesurado desmontaje de lo avanzado hasta 2012 debilitó al Estado nación y al movimiento chavista, comunal y obrero al mismo tiempo en formas desiguales.
Para definir el cambio en el carácter del Estado y su condición de independiente, se requiere conocer el resultado en los siguientes procesos:
Lo que resulte del bloqueo y las sanciones imperialistas en términos políticos para el gobierno y el Estado. Lo que se pacte en las negociaciones secretas y las públicas, entre el gobierno de Nicolás Maduro, el Reino de Noruega (hasta ahora) y Estados Unidos. No existe a la vista un “factor latinoamericano” en esas negociaciones. La demonización del chavismo convenció a gobiernos que podrían ser amigos, como el argentino, basado en el voto peronista y progresista, a tomar distancia de la “peste venezolana”. La demonización dio resultados.
Medidas en su conjunto las conductas políticas del imperialismo (EE.UU. y la UE) no indican la probabilidad de intervenciones directas en Venezuela. Las amenazas y los aspavientos trumpistas son parte del temor en unas elecciones adversas que dependen del 4% del voto cubano-venezolano de La Florida.
Varios obstáculos median entre la absoluta necesidad de EE.UU. de borrar al chavismo de Venezuela y la posibilidad relativa de hacerlo. Como en Libia o Irak.
La situación social interna en Estados Unidos es tan tensa que solo encuentra parangón con los candentes años pre revolucionarios de 1968 a 1975, previos a la caída de Nixon. O antes en 1943 cuando el bipartidismo fue partido por el surgimiento de un candidato laborista de izquierda, al que tuvieron que asesinar para frenar su ascenso a la Presidencia.
La crisis sistémica capitalista brotada en 2008 no ha cerrado sus heridas en el sistema financiero, comercial ni en la estructura de poder global. El nerviosismo de Trump refleja el terror que siente toda la burguesía yanqui de perder su lugar en el sistema mundo, ante una China potencia, que amenaza con desplazar a EE.UU. como el imperio dominante en una o dos décadas.
Ni Brasil ni Colombia parecen prestarse como avanzadas de frontera para una acción militar seria contra Venezuela. Ni lo acepta un parte del generalato brasileño, ni puede el uribismo, abatido por la rebelión de mayo y junio 2021. El triunfo de Castillo en Lima elimina al Grupo de Lima como bastiones contra Venezuela.
A la oposición anti chavista le fracasaron todas, absolutamente todas las intentonas serias de golpes de Estado, o de instalar situaciones de guerra civil urbanas localizadas en Caracas, San Cristóbal, Maracay, Zulia y otros centros urbanos. Además del fracaso político y diplomático, también fue una derrota física de la derecha, a favor del Nicolás Maduro.
A Estados Unidos le fracasó el único intento serio de ocupar el territorio venezolano, generar una guerra civil y desmontar al chavismo. La “Operación Cúcuta” resultó un fiasco, un desastre. No se puede definir como derrota porque no hubo enfrentamientos físicos, excepto el choque entre el centenar de paramilitares con milicianos en un poblado fronterizo llamado La Negra, al norte de Santander, donde los milicianos y milicianas los corrieron hasta el interior de la selva. Esa “media victoria” de Maduro contra el imperialismo no tuvo los efectos sociales y políticos de Playa Girón en 1961, que también como una media victoria del 26 de Julio. El gobierno de Maduro se negó a aprovechar la victoria político-militar de Cúcuta y Santa Elena de Uairén para avanzar social y políticamente hacia el socialismo. Al contrario, la utilizó para negociar, retroceder e ingresar a la fase de desmovilización social del chavismo. Es una paradoja fatal.
Las señales indican un tipo de capitulación, en la que el gobierno cedería en lo económico y en las relaciones internacionales, pero no en dos puntos: Uno, La soberanía territorial-nacional y dos, El control del gobierno.
Esta sería una variante “nicaragüense”. El gobierno garantice al imperialismo las tareas y el rol/representación de lo que haría la derecha opositora burguesa si gobernara Miraflores. Quizá, las tropelías de las FAES y otros organismos y el sospechoso secuestro de Calos Lanz sean adelantos de ese rol buscado.
El carácter autoritario/bonapartista del gobierno no está consolidado, ni cerrado en el tiempo, o sea es tendencial, aunque cada vez pesa más.
Una buena puesta en escena de esa tendencia autoritaria/bonapartista es el discurso de Maduro del día 29 de septiembre. El objetivo central no es desatar una batería de medidas anti bloqueo, sino impedirle a la próxima Asamblea Nacional la capacidad parlamentaria de oponerse a la concentración del poder en el Ejecutivo.
El recurso es el “Estado de excepción y de guerra”, con la ideología tramposa de “luchar contra bloqueo”. El gobierno quiere desmantelar al próximo parlamento del rol que hasta hoy ocupa el Supremo Tribunal en el sistema político. Es simple: Todas las decisiones de tipo económica y financieras quedarán en manos de Miraflores, una vez que la Asamblea Constituyente de Diosdado Cabello vote la “Ley anti bloqueo”.
Este Poder Ejecutivo hasta ahora gobernó con la Corte Suprema y las fuerzas policiales/militares. Su base social es el funcionariado y una nube de ilusión difusa que reposa en las mentes agobiadas del movimiento chavista.
El nuevo pacto político de gobernabilidad (el Régimen Político) nació en marzo de 2013, entre el PSUV y los generales de las FANB. Se amplió desde 2015 a fuertes grupos comerciales y a jefes policiales enriquecidos con métodos de mafia, como ha develado el Comisario Urpin desde la PNB.
El movimiento chavista y bolivariano de Venezuela cuenta con enormes ventajas comparativas si lo comparamos con la Nicaragua de la degeneración sandinista. Primero, al contrario que en Nicaragua, el movimiento sobrevive, a pedazos y en barbarie económica, pero sobrevive. El movimiento sandinista agotó sus capacidades revolucionarias en 1989. Lo siguiente fue el gobierno de Ortega con Alemán, algo así como si en Venezuela gobernaran Maduro con el jefe de la Polar.

Segundo, el chavismo cuenta con un programa social avanzado, el Programa de la Patria. Y hereda un instrumento programático de transición llamado Golpe de Timón. Ambas programas se apoyan en la autoridad póstuma del líder bolivariano. Una autoridad que el gobierno también conserva, pero que actúa en su contra cuando la usa el movimiento. Aún deformado por los babosos ropajes semi religiosos tras su muerte en 2013, Hugo Chávez sigue pesando en la memoria actual de lo que resta de lo que Iturriza llama “chavismo salvaje”, el de los años 2002 a 2012. Desde marzo de 2013 Hugo Chávez fue consagrado como “Comandante eterno” y otros títulos sobre naturales, todos contra natura que ni los cubanos se atrevieron con Fidel Castro. Tiene en contra todo lo que ocurre en el resto del continente, cierto. Pero es difícil encontrar ventajas similares en la historia de movimientos similares.
Se imponen consignas democráticas junto con las sociales. La defensa de un salario no dolarizado es fundamental para desmontar la estrategia económica de capitulación a la burguesía.
La defensa de las Comunas y el proyecto de un Estado Comunal como consigna de transición actúa contra la estrategia de concentrar el poder en el Poder Ejecutivo y la Corte Suprema.
*Modesto E. Guerrero: Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez? y otros más como, Reportaje sobre América Latina, Revueltas de ricos, Reportaje con la muerte y su recién publicado, Quién mató a Chávez? Cuatro sospechosos, un autor intelectual. Miembro del Consejo Editor de Insisto y Resisto.org
Deja un comentario