
Leander Pérez*
Entre el 19 y el 25 de abril se llevó a cabo la III Escuela Internacional de Marxismos Críticos, en la que participaron como facilitadores distinguidos intelectuales de izquierda mundial. Entre los temas tratados estuvieron la construcción de Poder Popular en Marx[1], abordado por Briseida Barrantes y Aldo Casas, y Afinidades Revolucionarias[2], abordado por Michel Lowy.
Con estos temas en mente, intentaremos abordar la relación entre la espontaneidad de las masas (su rebeldía), la autoorganización (poder popular), y como ésta sirve para superar a las direcciones burocráticas. Todo esto mientras intentamos no perder de vista la realidad venezolana.
El poder de la burocracia
Uno de los debates estratégicos más apasionantes que atravesaron la III internacional, fue sobre la forma que adoptaría la revolución en “occidente”, en comparación con la revolución en “oriente”. Si bien no es nuestra intención entrar a fondo en este debate, sí consideramos preciso rescatar la categoría de “Estado Ampliado”, desarrollada por Gramsci para dar cuenta de la existencia de formas más sofisticadas de control y contención de las luchas del proletariado en las democracias parlamentarias de occidente.
Frosini, interpretando a Gramsci, señala que la burguesía para establecer su hegemonía “no se limita a buscar el consenso desde el exterior, de forma esporádica, sino que lo ‘organiza’, educándolo ‘con las asociaciones políticas y sindicales’”[3], ampliando de esta manera la esfera del Estado hacia la sociedad civil.
Trotsky, da cuenta de este hecho, cuando señala que
«El capitalismo monopolista cada vez está menos dispuesto a admitir sobre nuevas bases la independencia de los sindicatos. Exige que la burocracia reformista y la aristocracia obrera, que picotean las migajas que caen de su mesa, se transformen en su policía política a los ojos de la clase obrera»[4].
En Venezuela, esta ampliación del Estado se ha dado a través de la distribución de la renta petrolera. Así, las dos centrales sindicales más grandes de su historia: la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores (CBST), se desenvolvieron como instituciones corporativas del Estado, desarrollando una amplia capa de burócratas sindicales que cumplen el rol de policía política.
Pero no sólo a través de los sindicatos se ha ampliado el Estado, la distribución de la renta ha dado para asimilar a sectores del movimiento comunero y campesino, así como también al movimiento comunitario a través de los CLAP. Como tal, esta burocracia sindical, campesina, comunera y comunitaria no son formalmente funcionarios del Estado, pero sirven a los fines del Estado al contener las luchas sociales.
Para Albamonte y Maiello,
«La relación entre el Estado y estas burocracias no implica que estas últimas estén compuestas por funcionarios estatales directos… no se trata de que cada burócrata como individuo sea funcionario del Estado, aunque desde ya esto puede suceder; basta con aquella identificación con los intereses del Estado burgués que se plasma en determinado “actuar espontáneo”[5].
Flujos y reflujos, espontaneidad y autoorganización de las masas
En momentos de normalidad capitalista o de reflujo del movimiento popular, esta burocracia social se yergue ante las masas como un muro de piedra. Para los revolucionarios, trabajar en estas condiciones representa un desafío, implica nadar a contracorriente.
Sin embargo, estas situaciones de reflujo no son permanentes, pues, así como existen los ciclos económicos, existen también ritmos en la lucha de clases (que no necesariamente se corresponden con los ciclos económicos). Y es en los momentos de auge de la lucha, cuando las masas irrumpen en a la escena política, cuando se dan mayores posibilidades de sobrepasar el control de las distintas burocracias a través de la autoorganización.
En la historia mundial tenemos bastantes casos que evidencian la autoorganización de las masas en medio de situaciones revolucionarias, en algunos de ellos como señaló Michael Lowy, incluso participaron conjuntamente anarquistas y marxistas. La Comuna de París, la Revolución Rusa de 1905 (donde surgen los primeros soviets), y la Revolución Rusa de 1917, son algunos ejemplos.
Rebeliones y autoorganización en Venezuela
En Venezuela podemos citar varios ejemplos en los que las masas, al irrumpir en la viada política, lograron sobreponerse a la burocracia. Durante la rebelión popular del Caracazo en 1989, las masas no solamente se dirigieron a saquear, sino que también se dieron situaciones donde los manifestantes se dirigieron contra sedes de partidos del régimen (específicamente la sede de AD en San Agustín), así mismo, la presión desde abajo obligó a la CTV “a llamar a un paro general de 24 horas, el primero en 31 años de puntofijismo”[6].
También en 2002, durante el golpe de Estado contra Chávez, las masas entraron en acción de forma espontánea para derrotar el golpe. En este caso, las masas no solamente pasaron por encima de sus direcciones políticas (la mayoría escondidas), también se ejerció control territorial en distintas partes de la ciudad de Caracas y, a través de la presión ejercida fuera de los cuarteles, se obligó a los militares a pronunciarse. Esa fue una victoria del pueblo contra el primer intento de restauración neoliberal que simbolizaba Carmona.
Otros casos que no podemos dejar de lado, son las luchas obreras de 2003. En primer lugar, las experiencias de control obrero dentro de la industria petrolera para hacer frente al paro petrolero; y en segundo, las experiencias de ocupación de fábricas como respuesta al paro patronal. Ningunas de estas experiencias fue convocada por el gobierno, por el contrario, éste intentó manejar por la vía judicial los casos de ocupaciones, y no fue sino hasta el 2005 que se dieron las primeras expropiaciones; 2 años después de las primeras ocupaciones de VENEPAL y la Constructora Nacional de Válvulas[7].
Por último, valdría la pena señalar un caso más reciente: el de la lucha de los trabajadores del Ministerio del Trabajo (2016-2018), en el que se desarrollaron procesos que llevaron a la autoorganización. El primer proceso tiene inicio en 2016, y el detonante fue una estafa a los trabajadores en la entrega de bolsas alimentos, es allí donde surge por primera vez la necesidad de escoger delegados por departamentos[8]. Luego, en 2018, y en base experiencia pasada, los trabajadores vuelven a hacer uso de la elección de delegados para exigir la firma de un acta convenio discutida por todos[9].
Los límites de la espontaneidad y la intervención consciente de los revolucionarios
Si bien la espontaneidad de las masas sirve como punto de apoyo para superar el muro de contención que representa la burocracia, también es cierto que la misma no basta acabar con el régimen capitalista. Esto se hace evidente si observamos no solo la rebelión popular del 89 en Venezuela, sino la reciente ola de revueltas en América Latina.
Matías Maiello, en su artículo Revuelta y revolución en el siglo XXI, plantea esta cuestión de la siguiente manera:
«Las revueltas se componen de acciones espontáneas que liberan las energías de las masas y pueden tener importantes niveles de violencia. Pero a diferencia de las revoluciones, no adoptan como objetivo reemplazar el orden existente sino presionarlo para obtener algo».
Y más adelante, expone la necesidad de la organización, intervención y centralidad de la clase obrera para convertir la revuelta en revolución y que ésta no se diluya en sus formas ciudadanas (como ha ocurrido en casos recientes).
En el caso del Ministerio del Trabajo que abordamos en el apartado anterior, queda en evidencia el papel positivo que juegan los revolucionaros en momentos en los que las masas entran en acción, promoviendo la autoorganización y orientando la lucha. Y si bien esto no es garantía de victoria, sí hace de la experiencia una escuela para las masas, que como señala Lenin, desarrolla su conciencia “en un día como no hubiera podido hacerlo en meses y años de vida monótona, cotidiana, de opresión”. Por ello, es necesario convertir cada batalla (por pequeña que sea) en una escuela, no sólo para las masas, sino también para nuestros militantes.
Referencias:
[1] https://www.youtube.com/watch?v=dlU8P-sV94Y
[2] https://www.youtube.com/watch?v=aDOwwh7h2Y0
[3] Frosini, Fabio, La religione dell’uomo moderno. Politica e verità nei Quaderni del carcere di Antonio Gramsci, Roma, Carocci editore, 2010, p. 299. Citado en Albamonte, E. & Maiello, M. (2017) Estrategia socialista y arte militar. 1era ed. Ediciones IPS. Buenos Aires.
[4] Trotsky, León. (1940) Los sindicatos en la época del imperialismo. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/sindicat.htm
[5] Albamonte, E. & Maiello, M. (2017) Estrategia socialista y arte militar. 1era ed. Ediciones IPS. Buenos Aires.
[6] LTS (2018) El Caracazo: golpe de muerte al puntofijismo. 1era edición. Caracas.
[7] Pérez, Leander. (2021) De la nacionalización a la privatización, TatuyTV. Disponible en: https://www.tatuytv.org/opinion-de-la-nacionalizacion-a-la-privatizacion/
[8] Continúa la lucha de los trabajadores del Ministerio del Trabajo (2016) La Izquierda Diario. Disponible en: https://www.laizquierdadiario.com.ve/Continua-la-lucha-de-los-trabajadores-del-Ministerio-del-Trabajo.
[9] Trabajadores del Ministerio del Trabajo introducen propuesta de Acta Convenio (2018) La Izquierda Diario. Disponible en: https://www.laizquierdadiario.com.ve/Trabajadores-del-Ministerio-del-Trabajo-introducen-propuesta-de-Acta-Convenio.
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