
El fallecimiento de Aristóbulo Izturiz conmociona el país. No es para menos; pues fue una personalidad política de las últimas 4 décadas, de las que se podría haber esperado varios años más de actividad pública.
Su deceso ha planteado un inevitable debate sobre su figura y trayectoria en el que aportaremos nuestra opinión, guardando el respeto y consideraciones debidas hacia el dolor de sus familiares y demás deudos, a quienes extendemos nuestras condolencias.
No compartimos mucho de la conducta de los últimos años de El Profe. Juzgamos que no terminó de dar los pasos requeridos para aplicar en la realidad elementos claves, progresivos y hasta revolucionarios de su discurso. No lo cuestionamos desde nuestras opiniones y propuestas sino desde sus propias propuestas.
Eso percibimos que ocurrió en su gestión de gobernador en Anzoátegui, que ofreció poner al servicio de la organización popular y del desarrollo del Estado. Comunal… pero siendo Gobernador no vimos pasos hacia tal dirección.
Igual podemos reprocharle demasiados silencios y complacencias con la desastrosa politica salarial de estos últimos tres o cuatro años, en particular con los sueldos de los trabajadores/as del magisterio, siendo que fue Ministro de Educación. Pero, lo que tengamos que reprocharle, lo tenemos que hacer, sin dejar de reconocer su rol protagónico en el reconocimiento y mejoramiento profesional de los docentes del país los primeros tres lustros de este siglo.
En este apresurado balance percibimos a Aristóbulo atrapado en la jaula de la falsa ‘lealtad» que se predica y se iguala a complacencia y silencio frente a capitulaciones, corupciones y errores garrafales.
Nos quedaremos con el dirigente magisterial de los 80 y 90 que se enfrentó a la burocracia sindical y dirigió a los maestros en valerosas luchas gremiales, al que se solidarizó con luchas de otros gremios como muy bien lo hizo cuando a mediados de los decada de los 80 nos acompañó, a quienes militábamos en el PST La Chispa, teniendo la dirección del sindicato de Aliven, Knorr Suiza y, promovimos una Huelga de Hambre que encabezó Antonio Mogollón Benitez y otros dirigentes del sindicato de esa empresa.
Nos quedaremos con el diputado irrreverente, cuando Causa R tenía tintes progresivo, que denunció hasta el fin la privatización de la CANTV, y que mostró valientemente el contexto social que rodeó el golpe militar del Chávez el 4F.
Nos quedamos con el maestro que se refugió en sus barrios, a resistir el golpe del 11 de abril, con el dirigente político que promovió y defendió el orgullo afrovenezolano. Y, recordaremos al «Negro», cuando recibió a algunos de los que hoy integramos a LUCHAS, entre ellas/os Vilma Vivas en el 2008, para que junto a Roberto Hernández y Muller Roja, discutieran con Chávez la urgente y necesaria restatización de Sidor.
Por encima de cualquier diferencia o crítica que se pueda plantear a posiciones o actos de Aristóbulo, hay que reconocer su perseverancia en proponer medidas y acciones progresivas.
Incluso su gestión en la Alcaldía de Caracas, marcó hitos conceptuales, y políticos sobre lo que una gestión revolucionaria debe hacer en las ciudades: el enfoque de la organización popular protagonista en el control de los servicios públicos y de la planificación de obra pública, el control social sobre la especulación, del Mercado de Coche, etc
No contó entonces con la fortaleza de una organización comunitaria ni de un movimiento político social de coherencia nacional para avanzar, arraigarse y extenderse, pero marcó una pauta que debe ser reconocida y reivindicada, pues son tareas por cumplir.
Hoy ante su partida, queremos más que criticar su andar, reivindicar las banderas comunes compartidas, primero por justicia a una dilatada trayectoria y segundo porque esas banderas apuntan hacia la recuperación urgente del curso revolucionario para nuestro país.
Secretariado Nacional de la Liga Unitaria Chavista Socialista LUCHAS.
Venezuela, 28 de abril, 2021

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